martes, 6 de septiembre de 2011
Vida de Galileo Galilei: Sobre la dramaturgia necesaria
La obra de Bertolt Brecht es considerada como una de las rupturas más importantes al teatro aristotélico, ya que rompe con la unidad de tiempo, espacio y acción. En la obra “Vida de Galileo Galilei” el autor nos muestra el proceso que tuvo que pasar el astrónomo para comprobar que la tierra no era el eje del universo sino el sol, a pesar de la persecución inquisitoria de la Iglesia católica.
Lo importante de la cuestión era comprobar que la tierra no era el centro del universo, era comprobar también que Roma tampoco era el centro de la tierra y que, entonces, el cielo de Dios quedaba relegado a un segundo plano y, por lo mismo, el dominio de la iglesia no tenía bases que la fundamentaran.
Cuando el profesor de matemáticas de la Universidad de Papua, Galileo Galilei, quiere demostrar la validez del sistema universal de Copérnico, que sostiene que la tierra gira alrededor del sol, se verá atacado por todos los teólogos y científicos que se burlan de él y lo amenazan por ir en contra de las sagradas escrituras, ya que cuestionar a éstas sería cuestionar a Dios.
Galileo Galilei sigue investigando, a pesar de estas trabas, a pesar de la peste, a pesar de los instrumentos de tortura amenazantes que le demuestran que por más sabio que pueda ser no podrá escaparse de la hoguera. El propio Galilei señala: “Quien no conoce la verdad es simplemente un tonto. Pero quien la conoce y dice que es mentira, ése es un criminal”.
Galileo Galilei se convierte entonces en un criminal porque se retracta de sus descubrimientos ante el Papa y la Iglesia; su discípulo Andrea se desilusiona de él. Pero, en un afán de redimirse, Galilei logra al final de su vida legar sus escritos a su alumno para que los divulgue, ya no sólo en latín sino en la lengua del pueblo.
Brecht hizo dos versiones de esta obra, la segunda la escribió después de que Hiroshima y Nagasaki sucumbieran ante la bomba nuclear. En ese sentido Galilei abogaba por la razón, siendo la razón lo que salvaría a la humanidad de la ceguera, pero en la obra Brecht también cuestiona cómo la razón se volvió un campo aún más destructivo, ya que desvió el camino del bien para el hombre y la utilizó para poder seguir manipulando la destrucción del hombre por el hombre.
“Sagredo: Entonces quiero decirte algo: no creo en ellos. El vivir cuarenta años entre los hombres me ha enseñado siempre que no están aptos para la razón. Muéstrales la cola roja de un cometa, mételes un miedo absurdo, y saldrán corriendo de sus casas y se quebrarán las piernas. Pero diles una frase razonable y demuéstrale con siete causas, y simplemente se reirán de ti”.
El teatro brechtiano es ante todo un teatro dialéctico, un teatro socialista, pero sobre todo un tratado de la humanidad. Las obras brechtianas siempre son de más de cien cuartillas, hay una tendencia expositiva de la fábula al grado que rompe la unidad de tiempo, espacio y acción, como ya dijimos.
“Vida de Galileo Galilei” es un obra de gran aliento sostenida por la argumentación de sus personajes y la visión del mundo que tienen a partir de la divulgación del saber, de romper ataduras que han creado en el imaginario para que un grupúsculo de personas domine a los demás hombres. Es todo lo que el poder puede perder si algo se llega a saber, es todo lo que nos obliga a pensar en el hombre como producto de la razón, pero también la visión de que la razón se puede tergiversar.
No sólo ésta, sino toda la producción de Bertolt Brecht es necesaria para poder tener en claro esa idea que manejaba del teatro del distanciamiento de sobresaltar la obra para que el efecto en el público sea más de un pensar que de un sentir; es decir que el sentimiento no domine su razón, que el espectador se vuelva un ojo crítico ante las circunstancias y las argumentaciones.
Lo importante de la cuestión era comprobar que la tierra no era el centro del universo, era comprobar también que Roma tampoco era el centro de la tierra y que, entonces, el cielo de Dios quedaba relegado a un segundo plano y, por lo mismo, el dominio de la iglesia no tenía bases que la fundamentaran.
Cuando el profesor de matemáticas de la Universidad de Papua, Galileo Galilei, quiere demostrar la validez del sistema universal de Copérnico, que sostiene que la tierra gira alrededor del sol, se verá atacado por todos los teólogos y científicos que se burlan de él y lo amenazan por ir en contra de las sagradas escrituras, ya que cuestionar a éstas sería cuestionar a Dios.
Galileo Galilei sigue investigando, a pesar de estas trabas, a pesar de la peste, a pesar de los instrumentos de tortura amenazantes que le demuestran que por más sabio que pueda ser no podrá escaparse de la hoguera. El propio Galilei señala: “Quien no conoce la verdad es simplemente un tonto. Pero quien la conoce y dice que es mentira, ése es un criminal”.
Galileo Galilei se convierte entonces en un criminal porque se retracta de sus descubrimientos ante el Papa y la Iglesia; su discípulo Andrea se desilusiona de él. Pero, en un afán de redimirse, Galilei logra al final de su vida legar sus escritos a su alumno para que los divulgue, ya no sólo en latín sino en la lengua del pueblo.
Brecht hizo dos versiones de esta obra, la segunda la escribió después de que Hiroshima y Nagasaki sucumbieran ante la bomba nuclear. En ese sentido Galilei abogaba por la razón, siendo la razón lo que salvaría a la humanidad de la ceguera, pero en la obra Brecht también cuestiona cómo la razón se volvió un campo aún más destructivo, ya que desvió el camino del bien para el hombre y la utilizó para poder seguir manipulando la destrucción del hombre por el hombre.
“Sagredo: Entonces quiero decirte algo: no creo en ellos. El vivir cuarenta años entre los hombres me ha enseñado siempre que no están aptos para la razón. Muéstrales la cola roja de un cometa, mételes un miedo absurdo, y saldrán corriendo de sus casas y se quebrarán las piernas. Pero diles una frase razonable y demuéstrale con siete causas, y simplemente se reirán de ti”.
El teatro brechtiano es ante todo un teatro dialéctico, un teatro socialista, pero sobre todo un tratado de la humanidad. Las obras brechtianas siempre son de más de cien cuartillas, hay una tendencia expositiva de la fábula al grado que rompe la unidad de tiempo, espacio y acción, como ya dijimos.
“Vida de Galileo Galilei” es un obra de gran aliento sostenida por la argumentación de sus personajes y la visión del mundo que tienen a partir de la divulgación del saber, de romper ataduras que han creado en el imaginario para que un grupúsculo de personas domine a los demás hombres. Es todo lo que el poder puede perder si algo se llega a saber, es todo lo que nos obliga a pensar en el hombre como producto de la razón, pero también la visión de que la razón se puede tergiversar.
No sólo ésta, sino toda la producción de Bertolt Brecht es necesaria para poder tener en claro esa idea que manejaba del teatro del distanciamiento de sobresaltar la obra para que el efecto en el público sea más de un pensar que de un sentir; es decir que el sentimiento no domine su razón, que el espectador se vuelva un ojo crítico ante las circunstancias y las argumentaciones.
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