martes, 6 de septiembre de 2011

Especialización en la esfera del arte: Apuntes de un escribidor

En la actualidad se peca de querer abarcar mucho y terminar por cumplir poco, en la cuestión intelectual la cosa no es diferente, ahora más que nunca estamos ante los todólogos del arte y la cultura. Pongo un ejemplo cotidiano: alguna vez un amigo me enseñó la tarjeta de presentación de un “teatrista” de la localidad que decía “Director, actor, iluminador, escenógrafo, vestuarista, mimo, titiritero y dramaturgo”. ¿Virtuosismo o mentira?
Uno de los grandes problemas es que con el Internet pensamos saber todo y no profundizamos en nada, cualquier duda la resuelve la wikimedia, si en una conferencia se habla de algo que se desconoce ya existe el blackterry para consultar en la red 24 horas al día y aparentemente zanjar cualquier tipo de duda.
Hablo de este tema por la falta de crítica que existe en nuestro Estado en muchos aspectos. Por ejemplo un bailarín critica obras de teatro, un literato lo hace con las artes visuales, un músico habla de cine y un teatrista habla de ballet folklórico. Es algo constante que en ocasiones hace daño a los creadores o a los aspirantes a serlo, ya que alguien que no conoce el teatro a profundidad va a ver la obra de un grupo amateur y como le gustó vocifera a los cuatro vientos que fue una gran obra (a veces hasta lo hacen en medios de comunicación), lo que provoca que ese grupo amateur deje de ver sus errores y se ensalce en las virtudes que el seudocrítico ha puesto sobre la mesa.
Respeto la libertad de expresión, pero también hay que tener respeto para emitir juicios aparentemente críticos sobre las obras artísticas, por ejemplo un médico no dejaría que un estudiante de ingeniería en sistemas le critique si hizo un buen trabajo, ante una negligencia médica el ingeniero en sistemas sería el menos indicado en dictaminar si el médico tuvo la culpa o no. Lo mismo sucede en la esfera del arte, ya que no hay que olvidar que el arte es una profesión, un oficio, no un pasatiempo.
Hay que hacer la aclaración que existen personas cultas que se dedican como oficio al estudio de las artes, cuya opinión es respetable y sus puntos de vista y críticas sirven para retroalimentar la labor del artista; pero también hay promotores de arte o hasta directores de revistas virtuales que más que hacer críticas emiten opiniones muy personales de obras artísticas sin sustento teórico alguno que avale lo que dicen. Se vuelven críticos ácidos sin metodología, achichincles de sus amigos o emisarios de los poderosos que los ayudarán en un futuro. Lo peor del caso es que estas personas no tratan siquiera de estudiar y profundizar el arte que dicen criticar, no quieren especializarse en nada porque lo que hay que leer es mucho y el tiempo que les quedaría para divertirse sería poco.
¿Cómo puede un crítico teatral no leer teoría teatral, no estar al corriente con lo que sucede en el mundo del teatro? ¿Cómo puede un crítico de cine ver sólo las películas nominadas al Oscar y olvidarse del séptimo arte?
Este es un tema complejo que puede herir susceptibilidades e incluso que puede hacerme ver como intolerante y berrinchudo ególatra, pero considero que simplemente expongo una realidad que me preocupa: la falta de crecimiento entre los artistas de la localidad a causa de la autocomplacencia de sus “críticos”. Estamos en un país simulado, desde su sistema de justicia hasta su aparato político, trasladar esto a la esfera del arte sería entonces como la gota que derrame el vaso para ahogarnos.

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