martes, 6 de septiembre de 2011
La isla: Literatura para niños y jóvenes
La editorial Lóguez, por medio del Programa Nacional de Lectura y la Secretaría de Educación Pública, a través de la Comisión Nacional de Libros de Textos Gratuitos mediante “Libros del Rincón”, en su colección “Espejo de Urania”, publicó en el año 2007 el libro “La isla”, escrito e ilustrado por Armin Greder.
“La isla” es una historia cotidiana, algo que sucede todos los días en todos los lugares del mundo; una historia en la que la xenofobia y el miedo hacia el otro producen una repulsión destructiva entre los hombres. La historia comienza así:
“Una mañana, los habitantes de la isla encontraron a un hombre en la playa, donde la corriente de mar y el destino habían arrastrado su balsa. El se levantó cuando los vio acercarse. No era como ellos.
Lo miraron fijamente y se sorprendieron/ Se preguntaron porqué habría venido hasta allí/ Qué buscaba allí. Qué deberían hacer/ Uno de ellos dijo que lo mejor sería enviarlo inmediatamente de vuelta al lugar de donde había venido/ Y, en realidad, dijeron, esto no le va a gustar. Tan lejos de su propia gente.
“Pero el pescador sabía/ lo que sucedía en alta mar. ‘Sería su muerte y yo no quiero tenerla sobre mi conciencia’, dijo. ‘Tenemos que acogerlo’”.
Los habitantes de la isla acogen al hombre pero lo aíslan porque le tienen miedo, no es como ellos. Lo encierran en un establo olvidándose que tiene que comer. Un día el hombre aparece entre ellos por el hambre, los habitantes de la isla se asustan de él pero entienden sus necesidades. Cuando saben que necesita comer entienden que no lo puede hacer gratis, pero nadie le quiere dar un trabajo, todos lo alejan:
“El pescador propuso que alguien le diera trabajo, para que, así, pudiera ganarse su sustento. Y además, dijo en voz baja, podrían pagarle menos que a uno de aquí”. Y Entonces todos invadidos por el temor de que nadie acudiera a sus negocios le ponían peros para contratarlo, así que el hombre siguió apartado pero su presencia inquietaba ya a la isla. Hombres, mujeres y niños lo ponían como ejemplo de la barbarie, a los niños los amenazaban si no comían la sopa con que el hombre se los llevaría.
Por eso, ante la llegada del hombre inofensivo se fueron suscitando situaciones de temor entre la población. Los rumores se fueron extendiendo y el miedo se fue acrecentando, es por eso que los habitantes decidieron echarlo de ahí y construyeron una fortaleza que los protegiera de los intrusos, sin darse cuenta de que serán víctimas de sus propias decisiones.
Esta es una pequeña reseña del gran libro que es “La isla”, las imágenes, que fueron elaboradas por el mismo autor, nos dan otra perspectiva de esta historia que aún no ha sido contada del todo.
Si usted quiere acercarse a este libro, lo puede consultar de forma gratuita en la biblioteca del Centro Estatal de Bellas Artes.
Armin Greder nació en Suiza y emigró a Brisbane (Australia) en 1971. Ha trabajado como diseñador gráfico y actualmente imparte conferencias a los estudiantes de arte e ilustra álbumes.
Armin Greder escribe: “Aprendí a dibujar en la escuela. No en clase de arte, sino en el aburrimiento de Mates y Lengua y Economía Doméstica. Ahí, en el reverso de mis cuadernos de ejercicios, dibujaría Genghis Kans, piratas, jeques árabes, monjes tibetanos. Ellos tenían que tener sus caballos, barcos, camellos, yaks. Tenían que ser dibujados en la postura correcta, de modo que parecieran vivos. Y tenían que ser bien dibujados, de forma que yo creyera en los dibujos. Así, por medio de esos dibujos, yo podría escapar al tedio del aula y seguir a los Genghis Kans, a los piratas, jeques árabes y monjes tibetanos en sus magníficas aventuras en lugares lejanos.
“Ahora ilustro álbumes. En vez de dibujar Genghis Kans, piratas, jeques árabes y monjes tibetanos, dibujo niños enfadados, grandes perros, tíos gigantes, niñas pequeñas que no quieren irse a dormir, princesas medievales que no desean casarse, osos, cielos estrellados, así que cuando nosotros abrimos esos libros y los leemos, podemos entrar dentro de las historias y vivir en ellas mientras las estamos leyendo. Y así pueden permanecer con nosotros después de que hayamos terminado de leerlas y ayudarnos a entendernos a nosotros mismos”.
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