jueves, 30 de septiembre de 2010

Adios Robinson: Sobre la dramaturgia necesaria


Los grandes narradores no necesariamente pueden ser grandes dramaturgos, ejemplo de esto lo vemos en textos como “Diatriba de amor contra un hombre sentado” de García Márquez, “La hija de Rapaccini” de Octavio Paz, “Todos los gatos son pardos” de Carlos Fuentes o las pocas obras dramáticas que escribió Vargas Llosa. Casi todas ellas son literatura que intenta ser drama, pero es visible que a estos narradores les faltó conocer el lenguaje de la escena porque sus obras están impregnadas de total narrativa y es perceptible que no estaban pensando en su traducción actoral.
Julio Cortázar, otro de los grandes narradores del siglo XX, no se quedó atrás y también incursionó en la dramaturgia, aunque podríamos decir que su trabajo fue más interesante y tal vez con mayores posibilidades. Alfaguara publicó en 1995 el libro “Adiós, Robinson y otras piezas breves” que reúne el teatro de Cortázar con posterioridad a “Los reyes”, las primeras piezas, “Dos juegos de palabras”, escritas en 1948 y 1960, son de inspiración poética. De los años setenta es “Nada a Pehuajó”, que se inscribirá en el teatro del humor y del absurdo. “Adiós, Robinson”, texto radiofónico escrito también en los años setenta, se puede calificar de fábula anticolonialista.
“Estos breves textos quieren ser juegos, divertimentos, y lo son tanto por su lado transgresivo, su lenguaje a menudo irreverente, como por su seriedad secreta, ajena a cualquier forma de énfasis”.
En esta ocasión quisiera centrarme en “Adiós, Robinson”, que a pesar de que el autor la catalogó como un texto radiofónico, fue llevada a escena en nuestra ciudad por Víctor Belmont en el año de 1997.
En esta obra Cortázar de manera tragicómica retoma a Robinson Crusoe (hay que recordar que en su labor de traductor, Cortázar tradujo el texto de Daniel Defoe) cuando éste, regresa a la isla de Juan Fernández ya poblada y “civilizada”, llevando a un Viernes educado que ha dejado de ser aquel salvaje. Robinson está jubiloso y Viernes, quien adquirió a partir del viaje el tic de reír cada vez que dice la palabra amo, sabe que ese regreso cambiará radicalmente a Crusoe:
“Viernes: Lo que no entiendo, amo, es porque has querido volver a visitar tu isla. Cuando se lee tu libro con verdadero espíritu crítico, el balance de tu estancia en la isla es bastante nefasto. La prueba es que cuando te rescataron, casi te vuelves loco de alegría, y si al ver alejarse las costas de Juan Fernández no les hiciste un corte de mangas fue tan solo porque eres un caballero británico.
Robinson: Ah, Viernes, hay cosas que los indios como tú no pueden comprender a pesar de lo mucho que les ayudemos a diplomarse en las mejores universidades. La noción de progreso te está vedada, mi pobre Viernes, y hasta diría que el espectáculo que ofrece nuestra isla por el aire te decepciona o te inquieta; algo de eso leo en tus ojos.
Viernes: No, amo (esta vez sin la risita). Yo sabía muy bien lo que íbamos a encontrar. ¿Para qué tenemos la T.V, el cine o el National Geographic Magazine? No sé realmente porque estoy inquieto y hasta triste; tal vez en el fondo sea por ti, perdóname.
Robinson: (Riendo) ¿Por mí? ¡Pero si tienes frente a tus ojos al ser más feliz del universo!...”
Esta obra es un tratado sobre las posturas postcolonialistas, sobre la soledad y cómo a pesar de estar aparentemente rodeado de gente el hombre sigue estando solo:
“Robinson:…No era posible que mi destino fuese ése y sin embargo empiezo a creer que hay soledades peores que la de estar simplemente solo…”
“Adiós, Robinson” es una muestra más de la calidad de la obra cortazariana, un texto de reflexión profunda sobre el ser y el espacio que ocupa en las sociedades actuales, una dramaturgia necesaria que nos hará pensar en nuestra actualidad y el mundo.
Esta pequeña reseña y recomendación es simplemente para recordar que el pasado día 26 se cumplieron 96 años del nacimiento de Julio Cortázar, pilar de la literatura mexicana del siglo XX y una de las mentes más lúcidas y solidarias con los oprimidos por las dictaduras latinoamericanas.