martes, 6 de septiembre de 2011

Lo que dejó la Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia : Sobre las artes escénicas


El pasado 23 de julio terminó la IX Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia, que tuvo como sede la ciudad de Querétaro. Fue interesante escuchar y ver una multiplicidad de voces y formas de abordar y pensar el teatro, voces que se dieron cita para reafirmar que la dramaturgia de nuestro país goza de una vitalidad pero, sobre todo, de una multiplicidad de rostros que permiten una heterogénea sanidad.
Este encuentro de la palabra y el cuerpo que concentra a creadores de diversas partes de la república tuvo sus inicios hace nueve años, gracias a Luis Enrique Gutiérrez Ortiz del Monasterio y Edgar Chías, quienes reunieron a un grupo de amigos para leer sus obras. Esta semilla dio frutos y ahora la Muestra de la Joven Dramaturgia ya es un espacio de proyección muy importante para los autores de nuestro país. En esta muestra se vieron por primera vez obras como “La fe de los cerdos”, de Hugo A. Whirt, y “Más pequeños que el Guggenheim”, de Alejandro Ricaño.
Quisiera hablar muy brevemente de las últimas 4 obras que se leyeron o representaron en la muestra:
El viernes 22 de julio se presentó en el Museo de la Ciudad a las 18 horas la lectura espectáculo “Pérdida”, que en realidad eran cuatro obras breves en una. La organización de la muestra pidió a cuatro dramaturgos, que están frente a grupo dando clases o talleres de dramaturgia, que desde sus Estados propusieran a uno de sus alumnos algunas premisas para realizar una obra corta. El resultado fue: Obra Corta, de Ana Riojas (Monterrey); Una y varias pérdidas, de Ana Lucila Castillo (Xalapa); Pérdida, de Gabriela Román (Distrito Federal); y Umbral de sueño, de Mariana Chávez (Tijuana).
Estas obras breves se construyeron a partir del tema de la pérdida y fueron dirigidas en una semana por Guillermo Heras, en el marco del taller que impartió durante este encuentro. Lo hecho por el maestro Heras muestra su experimentada visión de la escena, ya que estos cuatro textos variaban en tono, pero el resultado fue satisfactorio para el público y la crítica.
Dos horas después se presentó lo que a mi juicio fue el mejor trabajo de la muestra: “Viaja de tres”, de Jorge Fábregas bajo la dirección de Luis Aguilar alias “El mosco”. El casting fue el idóneo, la historia entrañable: Un hombre mayor enfermo de cáncer ve en la televisión el comercial donde Eduardo Villalpando (El Chamán) ofrece curar a cualquier hombre de todas sus enfermedades. Este Chamán vive en un pueblo muy alejado, por lo que Jesús Hernández (Don Yayo) viaja junto a su enfermera Guadalupe Ortiz (Irma) y su hijo Mauricio Cedeño (Emilio) hasta casi el fin del mundo para ir en busca de la cura.
Durante el viaje vemos la relación entre padre e hijo, entre hijo y enfermera pero, sobre todo, vemos que la enfermedad corporal y la enfermedad del alma son muy parecidas. A pesar de que es el hombre mayor quien está acabado por el cáncer, la inseguridad del hijo y su miedo a la vida y a lo que lo rodea, nos hace pensar que él es el verdadero enfermo. Una actuación memorable de Mauricio Cedeño que con la simple (o compleja) gestualidad y corporalidad nos construyó un personaje difícil de olvidar.
En la última jornada, que fue el sábado, se presentó la obra “Reliquias sobre la carne que parece diatriba”, de quien esto escribe, y que estuvo bajo la dirección de Jesús Noyola, director joven de la ciudad de Querétaro.
Por último se presentó “Siete”, de Imanoll Martínez, que tiene que ver con toda la casta de Layo hasta Antífona. “La obra no se construyó de los textos propiamente, pero sí sobre las lecturas de ese mito que se estuvieron dando alrededor de los textos clásicos”, señala el autor. Esta obra se cuenta de forma fragmentada; nos muestra el ataque con una bomba, pero también el significado de la violencia en nuestros días.
Esta muestra que se ha consolidado debería ser no un ejemplo pero sí un modelo para aplicar en los Estados, que deberían abrirse a lo que se está escribiendo en otras partes de la República, para ampliar el panorama textual de lo que pueden llevar a escena y para estar en el convivio teatral, la base del drama.

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