jueves, 28 de mayo de 2009

El artista se enferma: Sobre las artes escénicas


Hay gente que se dedica a estar con su soledad, y con la de otros, trabajando, muchas veces le dirán, “tú qué haces siempre encerrado” o “por qué nunca te vemos, fuera de alguna presentación”. Trabajan para el arte, hacen sus propias compañías, generan público, gente expectante, imparten cursos, aplican teorías que hacen ver el oficio como herramienta discursiva y pedagógica para una sociedad nueva, etc. A veces, no se amparan en una institución gubernamental, en una empresa que los asegure de no pasar por la penumbra de los que no tienen prestaciones de ley, entonces qué les espera, y hablo de hombres de escena que han creado y crean parte de las historias de nuestra “cultura” pero no están asegurados, en el sentido literal de la palabra.

Comparto las reflexiones de Jaime Chabaud (Editorial en Paso de Gato abril-junio 2009) en el sentido que el artista le ha estado haciendo su trabajo al Estado en cuanto a promoción, producción y difusión, y me refiero como Estado a esa “cosa” federal que nos gobierna y que se ha olvidado que un pueblo vive por su cultura, no desde el afán de hacerse más rico para cuando se quiera cambiar de residencia. Lo primero que pasó con esta nueva gestión federal fue un recorte abrupto del presupuesto en cultura y no en gasto corriente. Es entonces que si escénicamente se quiere levantar una producción hay que ver por dónde: crear pequeñas empresas culturales, gestionar miles de apoyos en el extranjero, aportar parte del propio capital material y humano, etc. Todo para seguir trabajando.
El artista entonces trabaja y se estresa, se enferma, a veces sufre un accidente en el trabajo o fuera de él y es entonces que se recuerda que no se cuenta con seguridad social y que los derechos de autor o el cobro de la beca son hasta el próximo viernes. Esperando que el dolor no despierte hay que esperar ese día.
Es curioso que al haber la contingencia de alerta sanitaria, todos podían recibir atención sin tener seguro, pero era una “emergencia” y esa “emergencia” tendría que ser permanente, hay enfermedades o accidentes que hacen que un actor esté fuera de circulación, si de por sí no tiene ya forma de trabajar debido a su condición, entonces ahora tiene que lidiar con ver cómo paga medicamentos, operaciones o estudios…a veces en broma se llega a decir, el actor vive de los aplausos, sólo para citar un ejemplo incierto y que forma parte del imaginario, incluso institucional.
A pesar que alguien le haya dado tanta presencia a un Estado o país a nivel escénico, se entiende que no se quiere proteger al artista (al menos así lo hace ver un Congreso de la Unión, cuyas decisiones desunen), si no es que haya ganado un premio que sea benéfico para la imagen gubernamental (y a veces ni por eso), pero los artistas sí se quieren proteger.
A propósito, quiero hablar de una propuesta de Luis Mario Moncada, publicada en Paso de Gato Num .37, en su sección Máscara contra Caballera.
El maestro Luis Mario Moncada, hombre de la escena Mexicana, propone crear un fideicomiso a nivel nacional que sirva para cubrir gastos médicos mayores de los profesionales del teatro. Una propuesta loable, en el sentido que es lo mismo que se le pide a los diputados, a los senadores y a los gobernantes y no parece que sea prioritario. Entonces la labor cae en todos los que integran la comunidad.
Moncada propone que los becarios teatrales del FONCA (en todos sus programas) donen un 1 por ciento de su beca para la creación de este fideicomiso, estamos hablando de unos 75 pesos mensuales (de un joven creador, sólo para dar una idea) para que se ponga el proyecto en marcha. Algo así como pagar un mínimo impuesto que pueda asegurar que no se esté desamparado. También habla Moncada de la posibilidad de incluir a los becarios de los Estados y a los funcionarios culturales, quienes siempre alegan que hacen todo lo posible por ayudar al arte y a los artistas, entonces estarían aquí ante una acción directa con una pequeña aportación económica y no sólo con un discurso demagógico.
Obviamente para echar andar un proyecto así, se requiere de expertos en el área jurídica que organicen todo lo que concierne al marco legal de este fondo. Pero es una posibilidad, habría que emitir entonces una opinión sobre lo que el maestro Moncada señala.
Lo dicho aquí es a partir de que en muchas ocasiones, un compañero del gremio se enferma y sus amigos acuden a recolectas, piden ayuda por internet, etc. Propuestas como estas lograrían que a través de un fondo se pudiera facilitar eso.
La Dirección de Teatro invita los días 29 y 30 al Encuentro “Visiones y perspectivas del Teatro”, la idea es abrir mesas de reflexión entre la comunidad teatral, para poner sobre la mesa propuestas e inquietudes con el fin de crear una agenda que privilegie el desarrollo, fomento y la difusión de esta disciplina. El sábado 30 de 13:00 a 14:00 horas habrá una mesa de marco jurídico, a lo mejor ahí podríamos preguntar sobre algún procedimiento que se tuviera que hacer en nuestro Estado para que el artista independiente tenga un seguro de gastos médicos.
Aunque también sería bueno que alguien con presencia en el arte y con calidad “moral” (para que los políticos tramposamente no descalifiquen la propuesta) exponga esto al Congreso del Estado: un seguro médico para el artista yucateco que no esté amparando en una institución o en una empresa y que trabaje de forma independiente y no como lo hacen muchos, en el disfraz de una oficina contando de forma avara hasta sus palabras.

Pie de Foto: Reminiscencia de una idea de Carlos Navarrete

Escribir en tiempos en que permea la desesperanza: Apuntes de un escribidor


"Hay que proteger el derecho de la gente a creer o no creer, y a expresar esto como le plazca, pero sin que eso genere un ambiente de rechazo a la indagación”.
Salman Rushdie

Creo estar en un margen de verdad, al decir que son las dictaduras los momentos en que se genera más producción crítica a través de la alegoría de la obra de arte, en ese sentido, siempre ha habido una persecución de los opresores para acallar cualquier voz que intente denunciar y hasta exigir un cambio de las conductas depredadoras en las que se ha convertido un sistema, no es entonces la creación de un panfleto, sino de literatura… de la dictadura.

Estamos ahora ante la simulación y el perfeccionamiento de los mecanismos de control para tener sometido a todo un pueblo, para explotarlo de todas las formas posibles. He aquí que lamentablemente, todo tipo de batalla que se esté próxima a ganar, siempre se verá perdida ante la ayuda de todo el poder del Estado y sus cómplices que se erigen como refuerzos para someter la voz que es diferente y los critica.
Hay que hacer referencia por ejemplo que a partir del pretexto del “apego a la legalidad” se utiliza al aparato judicial para perseguir enemigos políticos como el caso de Ricardo Monreal Ávila o intelectuales incómodos como el sociólogo colombiano Miguel Ángel Beltrán Villegas, a quien se le acusa de estar involucrado con la FARC. No es raro, ni sorprende, que ambos personajes perseguidos tengan un compromiso con la izquierda.
El terror radica en que es la propia “izquierda” (como el caso de Amalia García) quien en complicidad con su contraparte decide eliminar a un enemigo que apoya a López Obrador y que un propio gobierno encargado de proteger a los que dotan de conocimiento y rescatan a manera de investigación la memoria de un pueblo (Beltrán Villega estaba investigando sobre la oposición de derecha en el proyecto cardenista de gobierno en los años treinta y cuarenta), son los que lo entregan a las autoridades de su país de origen que sólo busca venganza, por lo que parece que el mensaje es que en México ningún intelectual que es perseguido por un sistema totalitario está a salvo, si usted se exilia busque otra opción, aquí podría ser traicionado y al igual que Cristo vendido por unas monedas.
Se ha utilizado toda la podredumbre que nos aqueja en beneficio de este mismo sistema y como herramienta para desaparecer a los críticos y detractores de una dictadura. Se matan a obreros, líderes sindicales, activistas de derechos humanos o pensadores y es muy fácil no investigar nada, mejor se le echa la culpa al narco, porque lo menos que le preocupa a este gobierno es el número de bajas de cualquier trinchera, la suya o la rival, si es que hay rival y no contubernio.
La otra estrategia es la desacreditación a través de los medios de comunicación, de tal manera que se realiza una campaña sucia, llena de insultos o de manipular las palabras del otro, que ha servido para que no se tome en cuenta ni se respete el derecho del otro a no estar de acuerdo con burdos actos de manipulación, donde se habla de cambios, avances y una nueva generación que viene a ser las cosas de manera diferente, aunque esa diferencia sea sólo por decreto.
Es una lástima que se utilicen todas las bondades de los aparatos institucionales y de los medios de comunicación para legitimizar y justificar la falta de talento para dirigirse como profesional de cualquier área e imponer formas de pensamiento como, “no puedes criticar lo que hagamos mal”, “no tienes derecho a burlarte de nuestra falta de visión”, “no eres nadie para señalar nuestro cinismo y decir que sólo vemos la paja en el ojo ajeno”… ¿No así es el gobierno federal?
Se está ante el riesgo de abdicar (como lo han hecho muchos) ante estas situaciones y este tipo de comportamiento persecutor que son clásicos de gente que apenas tuvo un poco de poder quiere quedarse con él a toda costa, sin trabajar, sólo por decreto y porque nunca habían estado en esa posición, el poder hace que uno se quede engolosinado. ¿No ellos argumentaban que habían sufrido una dictadura de 70 años, hemos soportado ocho, y nos estamos cayendo, a veces callando?
Si revisamos la historia de la literatura, veremos que en tiempos de crisis y deshumanización como este es cuando más se piensa y se toma la pluma como arma en busca de una estrategia estructural de la obra escrita que represente esta nueva forma de caos, es cierto que es más fácil caer cuando se es soldado raso y no general y que ahora existen armas más poderosas y modernas, tanto de corte militar como de medios descomunicativos y tergiversadores que hacen perder terreno.
Aunque ahora también existen herramientas más poderosas para abordar la estructura de la obra literaria. Es entonces cuestión de leer, vivir, reflexionar, escribir e imaginar, aunque al final todos quieran empujar a los detractores de los amigos de la “legalidad” y las “buenas formas” hacia el fondo de la cloaca.

Pie de Foto: Una fotografía más de Carlos Navarrete

Día 7 o los berrinches por la fama: Apuntes de un escribidor


“El cielo de la fama no
es muy grande, y cuantos
más en él entren a menos
tocan cada uno de ellos”.
Miguel de Unamuno


El año pasado el semanario DÍA 7 del periódico El Universal, en su número 400, sacó un enlistado al que tituló 100 escritores mexicanos menores de 31 años, como cualquier enlistado o antología, muchos estaban y otros no, en particular conocía a muchos del listado y de los escritores que conozco personalmente (además de haberlos leído) omitían a tantos, en fin.
El asunto es que algunos con una actitud superflua se molestaron, ya que su nombre no figuraba en esa lista (cuando su preocupación bien podría dirigirse hacia cosas más concretas y reales, como su obra, por ejemplo).
Buscando chivos expiatorios que atenuaran su falta de “fama” (Ja Ja Ja), Jaime Rodríguez señala en su blog que: “Para empezar hay quienes, por puro nombre y apellido, se encuentran en el lugar correcto por pura estética y fonética. Ahí está por ejemplo Enrique G. de la G. o Ivi May Dzib. Entonces ya de entrada el ‘Jaime Rodríguez’ suena un tanto cotidiano comparado contra esos dos”. Bueno, dice esto el joven Rodríguez a pesar de no saber qué hace o escribe G de la G.
El señor Rodríguez, con alguna beca o premio literario (o algún incentivo económico que su obra le haya dado) que seguro ha tenido, ya que por su actitud afirma que debería estar en aquella lista, podría cambiar su nombre en el registro y resolver su problema. Así evitaría dramas de vez en cuando.
El asunto se figura en que al parecer se está en la búsqueda del reconocimiento inmediato, nunca habrá otra cosa que avale una figura que su carrera, pero el término es incluso muy complejo, algunos por ejemplo triunfan en el medio de forma extraliteraria, no sabemos de dónde surgieron a partir de la letra y ya son unos maestros. Aunque bueno, lo que quería decir es que quien avala que un escritor está haciendo un buen trabajo no es un premio, una beca, la crítica, un top ten o un enlistado de un periódico nacional, ya que esto muchas veces suele tergiversarse; y aunque por lo general nos olvidamos de esto, sólo quisiera aclararlo: el que define el proseguir del autor es quien lo lee, nuestro lector (nuestro lector, no lectores), pero como están los canales de distribución institucional eso es un verdadero problema, así que casi siempre los que leen literatura son los que la realizan, la intentan hacer o la promueven, así que, como se dice, sabemos de qué lado masca la iguana y quién es quién en el mundo literario, no pequemos de ingenuos.
Aunque también quisiera señalar que nunca supe acerca de cómo aparecí en aquella lista de DÍA 7 (igual y sí importa la fonética), en primera fue extraño porque la lista se elaboró a partir de los blogs de estos escritores jóvenes y yo no tenía blog, ya que lo inicié tiempo después. Ante eso, en una visita cortés que le hacía a Ileana Garma en el D.F, misma a quien no le inmutaba su omisión, me preguntaba cómo es que me habían puesto en el lugar 31 o 42 o 63, bueno en alguno. Y pos sinceramente le expliqué que no sabía pero que la ficha era errónea. Por ejemplo, Día 7 decía que yo estaba incluido en “Voces emergentes” (Patrimonio Cultural, ICY 2008), cuando en realidad yo y un grupo de compañeros nos opusimos a su publicación, por maquillar a costa de un nombre un trabajo de selección, además de hacer una exclusión sectaria por la verdadera editora que omitió su nombre y cargó el numerito a otra compañera. Ante este antecedente, la publicación de Día 7 me situaba en una incongruencia de postura discursiva literaria en cuanto a mi actuación. Pero bueno, ya se había publicado.
Ahora, si nos vamos a que incluso la ficha de los autores estaba mal, estamos ante un listado que no demuestra nada, más que el afán de sobresalir de algunos excluidos, lo que parece que nos puso en medio de un enfrentamiento en el cual algunos autores se olvidaron de las arbitrariedades con las que se manejan estos procesos y se enfrentan en una lucha, por una legitimización imaginaria.
Aunque si hablamos del listado, que no nos sorprenda que el nombre de Luis Jorge Bonne, Noe Morales, Oscar de Pablo, Nadia Villafuerte, etc., estén ahí, ya que la búsqueda literaria se reconoce, a pesar de que antes de la lista muchos ya fueran muy nombrados.
Lo que sucedió en Día 7 me precipita a pensar que hay que desconfiar de algunas actitudes ridículas de la juventud (literaria), ya que su búsqueda no es la palabra sino la incipiente actitud de querer (a través de un medio de comunicación) estar sentados a la derecha del padre (Borges, Cortazar, Rushdie o cualquier otro)

Pie de Foto: Memorias de una estación de Carlos Navarrete

Armas contra el olvido o la dignidad de la memoria: Apuntes de un escribidor


“Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y corrompido, escribe cosas dignas de leerse, o haz cosas dignas de escribirse”
Benjamín Franklin

La memoria se preserva gracias a los registros impresos, audio, video o el propio recuerdo, hay hcantidad de soportes para preservarla, sin embargo los mecanismos de poder, en un afán de mantener callados y sumisos a los diferentes mundos, quieren hacer un proceso selectivo de la historia en forma mediática. Hay un gran sector de jóvenes de 18 años que no saben por qué 2 de Octubre NO SE OLVIDA, o un grupo derechista de la UADY que pretende pasar por alto que el fundador de nuestra Universidad es nada más y nada menos que Felipe Carrillo Puerto (por humanidad-palabra y escencia vejada- ¿Qué les pasa?), o que le han dado mate al retrato de Benito Juárez en los pinos o que Felipe Calderón nos hundió desde hace años al impulsar el FOBRAPOA y estos son una cantidad mínima de ejemplos de los que está desprovisto el olvido.

La idea aquí es que por la influenza nos hicieron olvidar (y aquí si usted no está de acuerdo con la idea de un complot, orquestado para no opinar, marchar, acusar o pedir mejores condiciones de vida no importa, el resultado fue el mismo: un pasar por alto como se le pasa a la humanidad por encima) las efemérides que le dan sentido a estar de pie en este presente, el pasado de nuestro pueblo, el por qué decidimos permanecer aquí a pesar de que en este país sólo se persigue a los mexicanos mestizos, indios o los que no están disfrazados de bufones del poder.
Durante esta semana del TAPAbocas se pensó que nadie iba a hablar en el Día del Trabajo, esa lucha obrera en que se recuerda que los caídos son muchos y los que reciben los beneficios unos cuantos, pero se salió a protestar (y es que ya no puede vivir este país sin protestas), a pesar de las restricciones ganó la responsabilidad de exigir y demandar lo que debería tener todo pueblo: Dignidad. Lo que nos lleva a pensar que es más prioritario hablar que la propia vida que puede ser cegada por una enfermedad, y lo que es peor, parece ser que el mensaje popular se torna en, “ya no nos pueden matar más de lo que estamos muertos a causa de ustedes”, suena suicida pero real.
Se me hizo acertado y congruente (a nivel personal) el artículo del regidor del Ayuntamiento (no panista, aclaro, para qué descalificar al autor) Carlos Sarabia, publicado en POR ESTO! , sobre La Batalla de Puebla y que se recuerde qué pasó un 5 de mayo, si ponemos en la balanza los muertos por la influenza ante la muestra heroica a la que está dispuesto un país para defender su soberanía y la esclavitud ante una potencia, creo que era más importante la segunda. Este evento (el 5 de Mayo) se realiza en las escuelas, en lugares públicos y se les quitó la oportunidad este año a los estudiantes de intentar reconocerse ante una heroica defensa externa que ahora mismo nos amenaza y que ha destruido al país bajo el disfraz de la globalización, o por lo menos no se tomó la molestia este gobierno espurio de IMPROVISAR un mecanismo para hacernos del recuerdo, sólo ató de manos a todos y encerró a su propio pueblo junto a dos perversos canales de televisión para doblegarlo y proseguir con su adoctrinamiento.
La piedra filosofal de la memoria está entonces en la literatura, única voz que no es apagada por la “legalidad” y la “amenaza” (aparentemente) y nos enseña que la crítica tiene que vivirse desde la ficción, el disfraz que el estúpido e idiota no entiende, el ejemplo proviene desde el Quijote. Aunque atiéndase que esto no es un manifiesto social literario, cada quien denuncia desde su propia trinchera, pero hay obras que nunca nos harán olvidar la estructura amenazante que ahora impera. Un 5 de Mayo, la Heroica Batalla de Puebla, tampoco se debiera olvidar.

PIE DE FOTO: Un agradecimiento al fotógrafo Carlos Navarrete, por darle imagen al texto.

Un diálogo con la inmoralidad, o revelación de cómo murmuran los sistemas electorales

(Una sala de juntas, una conferencia a la que al parecer no asiste nadie, bueno sí, una estudiante, la cual a toda prisa intentará entablar un diálogo, en realidad lo que le importa es la respuesta a una pregunta que le es muy difícil plantear)

Estudiante: Señor, su libro “Así lo viví” ¿es una burda ficción o pretende ser el testimonio de lo que ocurrió en las elecciones del 2006, de la cuál usted fue el mayor cómplice?...
Señor U: (Silencio)
Pregunta: En realidad tengo muchas preguntas, sé que usted no tolerará la increpación por mucho tiempo, así que intentaré ser breve para resumir las preguntas en una sola. Hablo en primer término sobre la ficción para poder saber cómo abordar su libro, ya que como ficción creo que sí está bien imaginado y crea usted su propio mundo (como cualquiera que recurre a la creación literaria) a pesar de hacer alusión a nombres reales de partidos políticos y quienes lo integran, aunque debo señalarle que su historia es en muchos momentos poco creíble. Si es ficción no me tengo por qué quejar de los hechos a pesar que estos sean inventados, es decir, por ejemplo, yo no cuestiono que uno de los mejores entrenadores de perros Pastor Belga Malinois en América Latina sea un hombre inmóvil –es decir, un hombre que está imposibilitado para moverse-, esto según la realidad que crea Mario Bellatin en “Perros Héroes”, y no lo cuestiono porque la lógica interna de esa novela está bien estructurada, por lo mismo al estar dentro de esa ficción el mundo descrito se torna verdadero, a lo mejor no es real pero la verdad impera y es verificable en los silencios, por lo mismo es algo provisto de verdad, ya que el creador-autor sabe elegir sus palabras, usted en cambio no y aún su universo creado sigue argumentándose en una mentira. Ahora, tal vez me equivoque y efectivamente sea su texto un testimonio que pretende ser real (aunque tampoco sería verdadero), la historia de su vida, pero déjeme decirle que a veces no hay que aventarse a señalar lo que pretendemos o no pretendemos al escribir algo. Por ejemplo, usted ha insistido de forma pública y en diversos medios de información que su libro no pretende ser ni una justificación ni una defensa, pero entonces creo que su producto testimonial le salió muy mal, porque lo que no pretendió ser termina siendo, además de ser una justificación-defensa incompleta con la promesa de anexos -que al parecer aún no inventa o ficcionaliza- que avalarán sus palabras. En esa misma observación usted habla de que en su libro se encontrará una reflexión profunda de los sucesos, pero en realidad más que reflexión profunda vemos nada más su filosofía de vida que lo ha llevado a cargos tan importantes amparándose de esa “legalidad” que permite invadir países, imponer gobernantes, sistemas y ampararse bajo el cobijo de los poderosos a los que sirvió, por lo que la “reflexión” termina siendo solo un personaje incidental.
(El Señor U permanece con la vista fija al horizonte, sonriendo como si escuchara de forma atenta el discurso de la que pregunta)

Estudiante: Usted dice que después de lo que le dijo el PRD al saber el resultado que avaló el IFE, había visto lo que le sucedería al país en los próximos días, meses y tal vez años: sangre. Ahí usted la hizo de profeta, porque efectivamente hemos visto millares de muertos por una guerra sin estrategia, pobreza e intolerancia ante las manifestaciones en contra de los que nos gobiernan y recortes abruptos de presupuestos para que ustedes puedan mantenerse con lujos y todo esto se traduce a sangre, y esa sangre no es por culpa del partido del sol azteca, sino por la decisión que usted avaló, este incluso podría ser un buen tema para su próximo libro, aunque bueno, no creo que le interese la pobreza ni la represión.
También usted se pregunta “¿Quién es responsable de la duda del 2006, el acusador que distorsiona la realidad o el que dio respuestas tardías?”. Efectivamente usted habla de AMLO como distorsionador de la ¿realidad?, pero ¿no cree que en su análisis profundo debió de haberse planteado que la guerra sucia en contra de AMLO fue una distorsión de la realidad? Habla usted sobre la distorsión de la realidad distorsionándola, creo que en esta pregunta sobre responsabilidades usted más que verse con un discurso complejo y conciliador quiere que nos traguemos un cuento chino en base a un trabalenguas. Bueno, el asunto es que usted habla sobre quién tuvo la responsabilidad de la duda en esa elección y a la vez que se pregunta, se responde y absuelve al IFE que usted dirigió de los problemas de fondo, ya que asegura: “La falta de confianza no son los errores del IFE, sino las estrategias de un candidato por desacreditar una elección”. Aunque basta decir que usted ya no es juez, lo corrieron, como para emitir semejante juicio y así lavarse las manos.
También habla de la molestia de Fox y Gordillo por no dar a un ganador la noche del 2 de julio y su “valentía” al no tomarles la llamada e incluso contradecirlos, aunque bueno, como no hizo el trabajo completo, ya que poco inteligente usted no es, pos cualquiera se molestaría si no le cumplen, ¿A cuánto ascendió el cheque?, porque no era en blanco, así que no sé en dónde está la sorpresa tanto en esas llamadas como en su respuesta, la simulación es parte de su estrategia política. Sin embargo, usted se esfuerza por justificar sus acciones, pero las palabras lo delatan, por ejemplo, habla usted del apego a la “legalidad”, sobre todo en lo referente a la guerra sucia en contra de AMLO, ya que cuando el TPJF la prohibió, orgulloso señala que el IFE respetó la decisión y que usted le dijo a Calderón: “Los magistrados QUIEREN (detener la guerra sucia), sino lo hacemos nosotros lo harán ellos”. La pregunta aquí es ¿Usted no quería? ¿Se divertía dividiendo al país, generando conflicto, dejando que los empresarios metieran sus manos y su dinero a favor de un candidato, que los programas federales se usaran como apoyo para el partido en el poder? ¿O sea que hasta que alguien superior dijera algo ustedes iban a acatar, como si esto los hiciera ver que no querían molestar a sus amos en sus estrategias sucias? Porque aquí es importante aclarar que aquella desconfianza de la que usted habla, la duda de la que usted hace mención, ¿quién la generó? Creo que esencialmente usted y el IFE al no fungir como árbitros, al dejar que todos hicieran lo que quisieran en contra del que mejor cosas había propuesto. No es de asombrarse que hubiera resistencia civil pacífica, ni que haya ahora un movimiento popular que cree. Pero bueno, veo que usted ya tiene intención de marcharse y no seguir escuchando. Así que mi pregunta es ¿Qué pensaba usted ante toda la desigualdad y la unión del Gobierno Federal, las televisoras y los que he mencionado al crear esa guerra sucia siendo usted el árbitro, qué sentía usted, cuál era su sentimiento?
(El Señor U sigue mirando al horizonte, sonriendo como si escuchara de forma atenta el discurso de la que pregunta, no habrá respuesta, al igual que muchos El Señor U no responde, sólo sonríe, como hacen los idiotas)

Alphonse, el poderio de la imaginación y la palabra: Apuntes de un escribidor


Si por alguna remota
posibilidad del azar
Un hombre cruzara su camino con el niño que fue y si ambos
Se reconocieran
el uno al otro, se derrumbarían hasta el suelo,
El hombre de desesperación, el niño de pavor.

Wajdi Mouawad, Alphonse. Pp. 8

Es lo importante, si hay algo que nos da vida, es que el texto dramático y la ficción nunca dejarán de sorprendernos, hoy te quiero contar, a ti, precisamente a ti que siempre te das tiempo para escucharme, lo último que he leído, pensé en ti porque supe que a ti también esta lectura te causará esa emoción que sólo sucede cuando regresas a la fantasía, y que después irás a contárselo a ese que quieres y que también es mi amigo, discúlpame, no recuerdo cómo se llama, pero sé que también es un lector.
Hoy te quiero hablar de “Alphonse”, al principio no se me quedaba el nombre del que había escrito esta obra, ahora libro en mano puedo decirte que se trata de Wajdi Mouawad, hombre diaspórico como muchos de este siglo y el pasado: “Libanes en su infancia, francés en su forma de pensar y quebequense en su teatro”.
Esta es una dramaturgia para niños, adolescentes y adultos, donde encontramos que hemos perdido la capacidad de imaginar, de buscar en lo invisible. La obra inicia el día que Alphonse no regresa a casa. La familia espera, se descubre lo que pensaban de Alphonse todos cuanto lo rodean, desde sus padres, hermanos, profesores, compañeros de escuela, su mejor amigo, el vecino y la niña a la que quiso y ama. Sólo es al final que Alphonse toma posición en cuanto a lo que se decía de él.
Y hay una cosa en la que todos congeniaban, la capacidad de Alphonse de contar historias, inventarlas, imaginarlas. Lo tachan de charlatán, de soñador, de manipulador, como a veces le dicen a tantos. Pero Alphonse tenía un amigo con el que se alimentaba de estas historias, Pierre-Paul-René: un niño salvaje, muy dulce, monocorde y que no se sorprende con nada. La primera vez que Alphonse vio a Pierre-Paul-René fue cuando quería ir por un vaso de agua, el temor a la oscuridad y enfrentarse a ella le regaló nuevas aventuras. Pero Alphonse camina a través de su historia, que es la de muchos niños, muchos niños a los que tú y yo hemos oído y muchas veces no los entendemos, aunque les leamos, su imaginación es perpetua e inalcanzable.
Alguna vez me preguntabas por qué aquel autor (no recuerdo cuál, hemos leído tantos) escribía sus obras sin ponerle nombre a sus personajes y utilizaba sólo un guión, además de ninguna indicación que nos ilustrara los lugares y los movimientos de lo que en la obra estaba pasando, y recuerdo que te di una larga respuesta.
Ahora a lo mejor me vas a preguntar por qué “Alphonse” parece más una novela o un cuento largo que una obra teatral (sólo a la vista del lector, porque de teatro “Alphonse” lo tiene todo). Sólo te puedo responder, sin el afán de adoctrinar o ilustrarte, sólo con la intención de que me creas ( yo mismo lo creo), que el dramaturgo regresó al teatro con mayor fuerza, parece que en un aíre conciliador le permitieron todo y muchos de ellos lo han aprovechado; pero los narradores y los poetas muchas veces no se preocupan por observar, que los modelos de escritura dramática han cambiado, hay nuevas formas, hay riesgos, pero permanece la esencia, la escena y la imagen de la palabra, nos apropiamos de sus formas y las usamos en pro del discurso de la acción.
Quisiera poderte decir más de “Alphonse”, de la dramaturgia y de otras cosas, pero sé que ahora estás dormida y desde hace un rato no me escuchas, así que para eso te escribí esta carta, para que la leas, la carta y también el libro. Ya no diré más, ambos estamos cansados y nos faltan las palabras.
(Mouawad, Wajdi. “Alphonse”. Traducción al español Boris Shoemann y Hugo Arrevillaga. Los Textos de la capilla, Dramaturgia Internacional Nº 6. México en Escena, FONCA, Teatro La Capilla. México, D.F., 2009.)

viernes, 1 de mayo de 2009

Echeverría, Fujimori, Bush, Fox e invitados presentan “Crímenes de lesa humanidad” : Apuntes de un escribidor


Es increíble la capacidad
de resurrección de los hijos de puta en el mundo.
Eduardo Galeano

Después de hacer una lectura de los evangelios (a falta de computadora), hice una retrospectiva de algunas obras leídas que hablan sobre este tema, como el “Evangelio según Jesucristo” de José Saramago, “Jesucristo Gómez” (la versión teatral del “Evangelio según Lucas Gavilán”) de Vicente Leñero y “Barrabas” de Par Lagerkvitz, por citar algunos.
Eso me llevó a pensar, y también a asumir, que la capacidad de respuesta de Cristo (en los evangelios) ante la injusticia y la ambición de los maestros de la ley es impresionante y a la vez de un carácter socialista. Es una lástima que los preceptos que estaban destinados a la ayuda de un pueblo y a la justicia social, hayan sido (y son) aplicados por gente corrupta que los utilizó para enriquecerse, matar y adoctrinar a favor de sus intereses arribistas.
Lo anterior no obedece a un renacer personal en la creencia católica, ni una conversión fundada por las celebraciones que ahora se nos presentan, en donde la figura de Cristo está en auge, sino que quiero hablar de esto porque a partir de los fundamentos de otro (por lo general siempre alguien que con todo honor debería de ostentar el título de Maestro) y bajo el engaño de un bien común se cometen los mayores crímenes contra la humanidad, pero no se respeta nunca a la figura de la que se hace alusión. Y esto es desde Hitler que citaba a Nietzsche, Stalin a Marx, hasta los católicos y otras religiones que se escudan en la figura de Cristo.
Pero más allá de esto también quisiera hacer hincapié en que la impunidad y los crímenes contra la raza humana al parecer nunca se pagan. No basta con pedir una disculpa pública como alguna vez lo hizo el Vaticano, cuyo titular aun en África sigue condenando a los que utilizan un condón, como si la voluntad divina los librara de la enfermedad que azota al continente.
Aunque ahora la historia abrió un paréntesis: Fujimori ha sido condenado a 25 años de prisión, su hija señala que eso sólo muestra una actitud de odio, persecución y venganza, aunque bueno, ¿qué esperaba? Si el mandatario ordenó y estructuró una matanza contra personas (que tienen familia, amigos, pero sobre todo una historia personal de vida) a pesar de que él sólo los viera como estadísticas.
El asunto es que esto no se trata de venganzas, ni del “ojo por ojo y diente por diente”, sino de tratar de equilibrar las cosas para no caer en la cerrazón y en la deshumanización también en este siglo.
Se nos hizo pensar en la justicia divina y que en la otra vida todo se pagará, aunque nunca nos han monitoreado la forma de cómo los otros están pagando en la otra vida sus crímenes.
El asunto es condenar, los magistrados se retractan (negociación de por medio, claro, compra-venta de impunidad y ejemplo de que se puede tener licencia para aniquilar a los otros), si no lo hacen, estaríamos entonces ante un precedente necesario en Latinoamérica, esto es algo que ya muchos han señalado, pero que me gustaría reiterar a partir de estas letras.

Porque desde ahí arriba (desde el poder), se nos mira como diciendo “es que ese pinche chamaco piensa así porque no sabe qué es dirigir una nación”; “para dirigir un país se necesita huevos y tomar decisiones drásticas, no utopías de índole social” o “Hay que preservar la paz social y evitar el anarquismo a toda costa, si no, nos veremos amenazados en el comercio exterior”.
Conocí a una persona hace muchos años, a quien por X o Y no he podido volver a frecuentar (y de quien guardo algunos gratos recuerdos), que se había visto beneficiada por el gobierno de Echeverría, al menos de forma monetaria en el aumento de su sueldo. Ella me comentaba que lo de Tlatelolco fue necesario, ya que con esto se evitó una guerrilla y que México no estaba en condiciones de tenerla, que el desarrollo del país se debió a esa decisión.
Algunas veces, sólo por el afán de no hacer coro, le dije este argumento a gente que decía “2 de octubre no se olvida”, aunque no supieran por qué, ellos quedaban fascinados con el argumento y ante su incapacidad de generar discurso dudaban de la veracidad de la matanza.
Pero esto no es nada complejo, sólo hay que saber sumar, es mejor que caiga uno, dos, tres, cuatro, cinco o seis, a que lo hagan decenas, centenas, miles o millones de personas. Porque siempre es un gran grupo que pide la cabeza de un pequeño sector (aunque eso de la cabeza es una metáfora, sólo piden una mejor opción, el grupo en el poder en cambio toma lo de la cabeza de forma literal y contraataca, ahora sí cortando cabezas y vidas), si hubiera un poco de coherencia se debería de ceder en vez de eliminar, en el 68 no se hizo. Ante la incapacidad de ser abierto se optó por el dolor y la represión que sumió en un luto clandestino al país, porque se aparentó que no había pasado nada y que nadie debería llorar.
Lo que se pide entonces es mínimo un poco de “huevos”, pero bueno, si el Vaticano pidió perdón y reconoció todo el daño que le había hecho a la humanidad y los crímenes atroces que había cometido contra ella, fue a sabiendas de que no se le habría de hacer nada, al contrario, dirían “que humildes, hasta ellos reconocen que pecan (y pa´ pecaditos)”. Al igual que Díaz Ordaz, quien asumió toda la responsabilidad por lo de Tlatelolco, pero qué le iban a hacer, era el mandamás (Y lo peor es que no podemos decir en es tispm, ya que ni ahora se juzga al presidente,m sólo al brandy). Al contrario, Echeverría, Fujimori, Bush, Fox y muchos otros carecen de valor, apelan una sentencia (legal o popular) que es evidente, aquí no es que se quiera ensuciar la imagen de nadie, ni que permee el odio, sino que hay millones que han sido directamente afectados: hombres y mujeres, niños y niñas que merecen el consuelo de la justicia.
Finalmente no es mi intención cansarle con la exposición de la larga deuda que se tiene contra la humanidad, aun como un simple escribidor adscrito a la ficción de la palabra, sólo creo que la resurrección se ha tornado como una promesa infinita y que escribirla nos hace no bajar la cabeza, aunque intenten cortárnosla.

Pie de foto: Revista Por qué?

Himmelweg y el perverso juego metateatral de Juan Mayorga: Sobre la dramaturgia necesaria

Se pronuncia “ji-mel-beck”. No es una palabra, son dos palabras. “Himmel” quiere decir “cielo”. “Weg” es camino. “Himmelweg” significa “Camino del cielo”.
Himmelweg, Juan Mayorga, (pp. 3)

Según palabras del doctor y teórico español José Luis García Barrientos, “Juan Mayorga es el autor mejor situado para presidir el teatro español de la primera mitad del siglo XXI, y puede que su consagración arranque precisamente con esta obra, “Himmelweg”.

Si el dramaturgo regresó definitivamente al hecho teatral en las últimas décadas del siglo XX lo hizo con mayor fuerza, tanto que al menos hoy es definitiva, Mayorga precisa de forma matemática y filosófica lo inhumano de las guerras y las sociedades, no basta con decir que es dolor con el que un lector o espectador se encontrará al tener de frente esta obra, la recepción va más allá.
En esta dramaturgia se habla de los campos de exterminio de la Segunda Guerra Mundial, alemanes que matan judíos y los despojan de cualquier indicio de esperanza. A pesar de que en la memoria se tengan productos artísticos de impacto que reflejan estos hechos, al menos a nivel cinematográfico, como “La lista de Schindler” de Steven Spielberg o “La vida es bella” de Roberto Beningni, “Himmelweg” se sitúa en otro renglón, a partir de una estructura con las formas metateatrales (es decir, el teatro dentro del teatro), este texto se torna con una impresionante fuerza y habla no sólo de los judíos, sino de la simulación y al engaño a la que está expuesta y es víctima la humanidad. Vivimos en un estado simulado.
En Mayorga no veremos ni una bala, ningún tipo de agresión física, pero sí la aberrante sordidez de la crueldad mental, la simulación, el engaño, la destrucción y la desesperanza a partir del juego pasivo que conlleva a la ceguera de la humanidad, misma que ha dejado de ver para convertirse en cómplice-testigo del exterminio.
Me es imposible contar la historia tal y como la veo, llevaría por lo menos cuatro cuartillas y un tratado, iré tan sólo en los puntos esenciales para que usted lector decida si quiere aventurarse a conocerla toda.
Un español delegado de la Cruz Roja, el cual es una persona que realmente se ha comprometido a servir y ayudar a los caídos en guerra decide visitar e inspeccionar las condiciones en la que viven un gran grupo de judíos en un campo de concentración. El delegado logra entrevistarse con el comandante a cargo y para su sorpresa, éste no lo echa del lugar, sino que al contrario, le permite visitar todos los sectores del lugar y tomar cualquier tipo de fotografía para que le enseñe al mundo lo que sucede ahí.
En el campo de concentración los judíos viven en aparente paz, nadie es maltratado, nadie lleva uniforme de prisionero, al visitante se le presentan “escenas” de la vida cotidiana que hacen parecer que los Alemanes son todo lo contrario a lo que se dice de ellos, más en cuanto a su visión amenazante contra los judíos.
El comandante le dice que él también ha escuchado los comentarios absurdos sobre matanzas y crímenes inimaginables. El delegado a pesar de sus buenas intenciones no ha podido ver nada fuera de su lugar, ni tampoco ha tenido el ojo clínico para desenmascarar las posibilidades del odio y estrategias que puede llegar a construir la mente humana.
Pero ¿qué ha pasado? ¿Por qué nada de lo ya sabido sucede en ese campo de concentración? Bueno, el asunto es que, el delegado de la Cruz Roja presenció una bien orquestada obra de teatro.
Según el propio autor, el comandante que dirige el campo ha puesto en práctica el sueño que ningún director de escena concibió jamás: La obra de arte total. El comandante sólo ve y piensa en el arte, no hay compasión en su mirada, todas las vidas judías que se encuentran en ese campo están a su disposición, le pertenecen y los dirige, como a los muñecos en las manos del titiritero. Hay otros personajes que amplían las lecturas, los personajes oprimidos también hablan, y de qué forma. Todo a partir del montaje.
La calidad dramatúrgica de Mayorga nos lleva hacia estragos irreconocibles de lo que es capaz la naturaleza humana y su estructura de composición es envidiable, no deja cabo suelto pero sí lecturas abiertas, narración, descripción y acción, una obra digna de este siglo.
“Himmelweg” es una obra que atenta contra la pasividad, a pesar de que se valga de ella, me es imposible superar las palabras del maestro García Barrientos que señala en la presentación de la contraportada: “Obra de una dureza casi insoportable, mitigada por la mirada oblicua y el derroche de inteligencia. Incursión en el infierno de la inhumanidad, que nos hiere de muerte tanto como nos cura el milagro del arte. Pura y gran literatura. Teatro grande y genuino. “Himmelweg”.
Juan Mayorga es dramaturgo, ensayista, filósofo y matemático. Miembro fundador del grupo Astillero. Ha escrito “Siete hombres buenos”, “Más ceniza”, “El jardín quemado”, “Cartas de amor a Stalin”, “El Gordo y el Flaco”, “Animales nocturnos”, “Últimas palabras de Copito de Nieve”, “Job”, “Hamelin”, “El chico de la última fila”, “La paz perpetua” (Premio Valle Inclán 2008), “La tortuga de Darwin” y “El elefante ha ocupado la catedral”. También ha escrito versiones sobre textos de Calderón de la Barca, Lope de Vega, Durrenmatt, Lessing, Dostoievski, Valle Inclán e Ibsen, recibió el Premio Nacional de Teatro 2007.
Un autor como los hay muy pocos, hablan de grandes temas por su importancia y los estructuran de igual forma, un autor necesario, por lo que no debería dejar de pasar la oportunidad de volcarse a leerlo.
(Mayorga, Juan. “Himmelweg”. Ediciones y producciones Paso de Gato. Cuadernos de Dramaturgia Internacional número 1. México, D.F 2008. Pp. 39.)

El tendedero o del por qué confiar en los niños: Sobre las artes escénicas



Si las palabras se las lleva el viento, las imágenes muchas veces permanecen en la memoria, sobre todo si la imagen es concretada por lo que en un futuro será la conciencia teatral. Lo anterior es en referencia a la obra “El tendedero”, la cual estuvo a cargo de la compañía de teatro infantil “Sak Bej”, misma que dirige Julio Jiménez y la cual se presentó el domingo 12 de abril en el auditorio del Centro Cultural “Olimpo”.
Julio Jiménez se ha dedicado y se dedica, al teatro para niños y al teatro con niños. Cuando me fui a Morelia hace unos años a tomar unos talleres de dramaturgia, la maestra Verónica Maldonado me preguntó si conocía el trabajo de Julio Jiménez. En realidad su trabajo ha sido un referente sobre el trabajo corporal y los discursos y recursos a partir del cuerpo y la música.

La maestra Maldonado me preguntaba sobre su trabajo ya que fue el mejor que se presentó en la Muestra Nacional de Teatro de Niños en Chiapas.
Ese primer lugar que se llevó Yucatán en el 2006, lo refrendó en 2007 y 2008. Este último año presentó una adaptación de la obra “El gordo”, de Oscar Liera, pero sin palabras.
En “El tendedero”, Jéssica Cervera, Pilar Arjona, Karime Gamboa, Mariana Ceballos, Sugey Vázquez, Odette Gómez y David Zupo, nos muestran las posibilidades (y capacidades) de interpretación que los niños pueden llegar a tener: gesticulación, calidad de movimiento, ritmo, presencia y plasticidad corporal, pero sobre todo podemos ver cómo los niños se divierten y juegan sobre el escenario.
Julio Cortázar señalaba que para él, el sentido de la literatura (mismo que se podría traducir a cualquier tipo de arte) se basaba en el juego, pero el juego como un sentido de responsabilidad.
Señalaba el otro Julio, que los niños al momento de tomar una escoba y convertirla en un caballo, el sentido de verdad cobraba forma. La responsabilidad y la seriedad está entonces en que el niño asume el juego con un sentido de verdad que muchos de nosotros hemos perdido. Para el niño la escoba nunca será una escoba, sino el caballo.
Todo el juego escénico que se vio el pasado domingo en un tendedero cobraba vida a partir de las prendas que se colgaban en él, mismas que al momento de ser resignificadas nos transportaban a situaciones, personajes y ambientes que eran asumidos con ese sentido de verdad en el cual los espectadores (también niños) se involucraban.
Con los cuerpos y las prendas pudimos ver vampiros, una boda, una vaquería, un camello y hasta el mar, que convergían en un espectáculo cuyo mayor mérito fue ver las capacidades histriónicas de los niños sobre la escena.
Si bien a veces las pasiones se desbordaban, el control del cuerpo, la gesticulación y la precisión son cosa de tiempo.
Al término de la función Julio Jiménez me platicaba sobre la desconfianza que existe en el teatro de niños, y es una desconfianza que se ha generalizado por los mecanismos de mercadotecnia a los que recurren los que realizan este tipo de espectáculos, ya que muchas veces los que dirigen estas obras abogan más por el carisma del infante que por brindarle una formación. Parecería que al niño hay que dejarlo con sus habilidades natas y no encauzarlo por el camino seguro, lo que ha desencadenado espectáculos mal elaborados y dirigidos que han hecho pensar al público que el teatro de niños es una obra a la que hay que verla con ternura y sin un sentido crítico.
Al actor hay que protegerlo y no exponerlo sobre la escena. Julio Jiménez realiza un trabajo de formación en el que asume las posibilidades que tienen los niños para construir el espectáculo y los protege con el mejor recurso que podría tener, una buena dirección escénica.
La obra “El tendedero” es un viaje por los rumbos inexplorados (al menos por los adultos) de la imaginación a través del juego, sin que sea un espectáculo de pantomima. Con coreografía de Nadia Zupo y dirección de Julio Jiménez, esta obra es la oportunidad para que los niños se encuentren con otros niños y se den cuenta que el juego también puede estar sobre el escenario.
(Compañía de teatro Zak-Bej presenta “El tendedero”: con las actuaciones de Jessica Cervera, Pilar Arjona, Karime Gamboa, Mariana Ceballos, Sugey Vázquez, Odette Gómez y David Zupo. Coreografía: Nadia Zupo. Dirección: Julio Jiménez).


La escritura y la imagen del imaginario: Apuntes de un escribidor


“La escritura es mejor que tú... lo que se escribe está muy por encima de la persona”
Mario Bellatin

Nunca he creído en la grandeza moral de los escritores, ni tampoco en que se tenga que ser sórdido, bohemio o arrogante para llegar a serlo (más bien creo que ese abanico de posibilidades no viene siendo más que una decisión personal). En realidad, para mí, ser escritor tiene que ver con la posibilidad de asumir mecanismos de percepción en el que sea uno capaz de rebatir, debatir y asumir todo, hasta nuestra propia postura al momento de plasmarla en letras.
Muchas veces he visto con miedo y otras con resignación, cómo algunas personas se valen de lo que supuestamente se dice del autor o de sus desfalcos personales (como verlo borracho en una comparecencia pública o haber tenido un lío amoroso en donde salió a relucir que más que un macho era un sentimentalista) para desacreditar sus posturas ante el mundo y a veces hasta su propia obra estética.

Lo trágico de esto es que entonces condicionamos la obra a partir del acto cotidiano del autor, cuando la escritura lo que realmente pretende es alejarse de la actividad ordinaria. Cierto es que se utilizan los actos cotidianos en las obras literarias, pero se resignifican y cobran vida de otra forma, entonces, ¿por qué insistir en querer ver en la obra al autor y su quehacer diario?
Y he aquí el ejemplo de calidad moral: Edgard Allan Poe resultó un borracho, opiómano e incestuoso pedofílico; Rimbaud traficaba con esclavos y armas; Burrougs mató a su mujer jugando al Guillermo Tell y tan pasado estaba que le falló la puntería; aún así, lo narra en su obra. Heiner Muller delató a los que estaban en contra de un régimen, llevándolos directamente a la muerte; el Marqués de Sade vejó a tantas mujeres que gracias a él se acuñó el término sadismo. La lista puede trasvolarse a varios continentes y tendríamos que empezarnos a cuestionar si estos actos “inmorales” o “incorrectos” no tendrían que ver con el proceso creador de la escritura (en realidad todo acto para un escritor tiene que ver con la escritura, pero más el acto de escribir).
Creo que no hay que hablar de una vida ejemplar como ciudadano cuando nos refiramos al escritor. Esto ha sido un recurso que la política ha utilizado para crear imágenes de amigos o enemigos (exponer de forma pública las adicciones y yerros de sus contrincantes), cosa que en el mundo literario también se da, porque entonces se dice: “no le hagas caso a ese autor, es un borracho”, o “además ni se viste bien, cómo va a ser escritor”.
Un político tiene que dirigir una sociedad, entonces que se exponga al que maneja las riendas de un país, estado o comunidad. Un escritor no gobierna a nadie, más que a sí mismo y a veces ni eso. Escribir es un acto de soledad que no tiene que ver con la cuestión pública. Del escritor que se vea su obra, que se le reconozca por eso.
Sin embargo, también da miedo pensar que puede ocurrir todo lo contrario, que alguien sea más conocido o reconocido por sus actos morales y su excelente vestimenta y en realidad nunca nos enteramos (o más bien no nos quisimos enterar) que tenía una obra literaria.
Aunque este modelo bien que argumentará, “vestir bien cuesta”, “comportarse en sociedad es todo un reto”, “frenar los impulsos y tener una doble moral no se lo deseo a nadie”, pero bueno, “todo sea por ser escritor”.
Toda esta palabrería tiene una idea: la escritura es superior a quien la produce. Muchas veces es mejor quedarnos con ella. Obviamente hablamos de los buenos escritos, porque no todo lo que brilla es oro y no todo lo que está contenido en un libro está inscrito en el poder de la palabra.
He conocido a escritores realmente soberbios, arrogantes y como se diría por ahí, aquellos que se creen una gran mierda. Mucho los he cuestionado, pero lo peor de todo es que cuando los leo me desarman, porque a pesar de todo son excelentes. ¿Qué hacer contra eso? Sólo caminar y meterme en la cabeza las palabras: “La escritura es mejor que tú... Lo que se escribe está muy por encima de la persona”.
Aunque también me ha sucedido todo lo contrario. En muchas ocasiones he conocido a otras personas arrogantes, soberbias y caprichosas, capaces de presumir a sus mujeres, dinero y conectes en el mundo del arte, pero me pasa que leo sus obras e intentó buscarle tres pies al gato. Después de tanto buscar, pos resulta que esas personas no tienen nada qué decir, sus libros o publicaciones están construidos como las obras públicas de muchos gobiernos azules: se caen a pedazos. Entonces los veo borrosos y me explico que esa idea que tienen algunos en el imaginario sobre el escritor arrogante y ególatra ha sido mal empleada y ha causado estragos.
Es entonces cuando camino y ya no sé qué pronunciar. Efectivamente, lo que se escribe está muy por encima de la persona, pero eso vale para los escritores. En los niños (muy pequeños) por ejemplo, no se puede aplicar. ¿Es mejor el niño porque aún no escribe?
Pero en fin, esto son sólo elucubraciones de un escribidor. Con el paso del tiempo, los libros y las vivencias se reestructurarán estas peroratas.

El vuelo de Cliserio y la migración en el teatro para niños: Sobre la dramaturgia necesaria.



Obsesionado por saber que se sentía volar,
un joven campesino apagó su tractor,
se echó un buche de coraje y subió de polizón
al fuselaje de un DC-3 que despegaba rumbo a la ciudad de México.

A partir de esta anécdota real, ocurrida en Torreón a mediados del siglo XX, el sociólogo y músico Frino escribe su primera obra de teatro, la cual titula “El vuelo de Cliserio” y con la que se hizo merecedor del Premio Nacional Obra de Teatro Para Niños 2007 que convoca el Instituto Nacional de Bellas Artes a través de sus Premios Nacionales de Literatura.

La importancia de este premio radica en que los apoyos que se otorgan a la dramaturgia para niños son escasos, en nuestro Estado por ejemplo son nulos y este premio que año con año se convoca es un escalón importante para dar a conocer las propuestas del teatro que se escribe para los pequeños.

El vuelo de Cliserio es una obra que habla sobre la migración, el arraigo a la tierra y el campo, los sueños de un joven campesino habitante del norte de México que quiere volar, sentir lo que sienten los pájaros al alzar el vuelo, esta obra es la travesía de Cliserio que va en busca de sus propias alas.

Un pato llamado Fender que se pierde rumbo a Canadá cuando va a migrar, el cual lleva indumentaria de aviador de los años 30 (lentes, bufanda, chamarra y gorro) y carga un morral de cartero, debido al cansancio se estrella en la milpa de Cliserio y queda inconsciente, el joven campesino ayuda al pato y lo lleva a casa de su novia Atzimba para que se recupere.

Cliserio además de la compañía de Atzimba tiene como amigo a López, un viejo cacto que vive en la milpa y que es muy sabio, López conoce la historia del lugar mejor que las mismas piedras, además de llevar un sombrero norteño, una barba blanca y un paliacate en el cuello, López es como de la familia ya que ha conocido toda la ascendencia de Cliserio y es parte de la tierra.

Los padres tanto de Cliserio como de Atzimba se han ido a trabajar al otro lado (al igual que muchos hombres de la población) debido a la problemática que enfrenta el campo, uno de los grandes problemas que enfrenta México es expuesto a los niños a través de esta obra y se explican las diferencias de emigrar y ser mojado.

El pato Fender provoca que se avive el deseo de Cliserio por volar, el pato es un gracioso fanfarron que narra sus aventuras en el aíre, Cliserio no se podrá quedar con las ganas y recurre a ideas absurdas como construir una bicicleta que pueda hacerlo volar (el Cliserióptero), idea original del pato Fender, lo cual sólo provoca la burla de los vecinos, la reprobación de Atzimba, el descontento de López y que descuide su trabajo en la milpa.

En cuanto a la tierra, el señor Alatriste, dueño de Aerolíneas Lamsa, quiere comprarle su parte a Cliserio para ampliar sus pistas de aterrizaje, el señor Alatriste habla de la modernidad, desprecia la milpa y menosprecia al campesino cuando éste le cuenta sus sueños de volar.

Cliserio incluso llega a plantearse el vender la tierra para ir en busca de su sueño, pero López le advierte que la tierra no tiene precio ya que es significativa, en primera porque ahí se encuentra enterrado su abuelo. López en su afán de que Cliserio desista en su sueño-obsesión de volar, recurre al mito de Ícaro para explicarse lo peligroso que puede llegar a ser aventuras como esa, tener alas y no saber cómo usarlas.

En realidad todo lo expuesto con anterioridad es sólo una simplificación de la historia que construyó Frino a partir de una anécdota real que señalamos al principio, si a usted le interesa conocer el destino de los personajes o busca una lectura apropiada para niños que hable de temas serios (y necesarios) con un lenguaje pícaro, lleno de esperanza y fantasía, acuda a este libro, no se arrepentirá.

La obra de Frino tiene la virtud de que cada personaje tiene un habla particular, propio (lo que técnicamente llamaríamos idiolecto) que nos permite conocer diferentes puntos de vista en cuanto a un mismo tema y le da una diversidad lingüística a esta obra dramática, la obra está llena de referencias a personajes y libros de la literatura y al cancionero mexicano popular que son fáciles de ubicar dentro del imaginario, los chistes que se manifiestan a lo largo de la obra son sencillos, pero la particular actitud de los personajes nos permiten doblarnos a carcajadas.

Los recursos visuales que Frino emplea en la obra son sumamente interesantes y de una dinámica teatral que desde la lectura se puede imaginar la puesta en escena o hacer una concepción de ella.

Sólo queda señalar que este es un constructo dinámico, de esos que se necesitan para atraer a los niños al hecho escénico, pero sobre todo es una construcción que explora los temas más complejos del norte mexicano, de las realidades fronterizas y del campo, no es una obra llena de lugares comunes a las que muchas veces se remiten la explicación de estas realidades, sino que es una obra para volar y encontrar nuestras alas.

(Frino, “El vuelo de Cliserio”. CONACULTA, Colección Bosque de silencio. México, D.F. 2008. Pp. 78. Ilustraciones de Jorge Paniagua)