viernes, 30 de diciembre de 2011

Una escuela para la sensibilización y la creación literaria: Apuntes de un escribidor

En el ciclo escolar 2009-2010 fui invitado a formar parte de la planta docente de la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes, perteneciente a la Secretaría General de Educación de Yucatán (SEGEY).
Esta invitación me causó emoción e interés, ya que se trataba de la primera escuela de carácter técnico que se preocupaba por la formación de escritores de manera formal y no como un taller literario.
Otro factor que me motivó a emprender esta aventura fue la visión integradora de una escuela de carácter formal pero sin dejar a un lado la sensibilización y atención al público infantil y joven, porque además de la escuela de carácter formal que está dirigida a alumnos de 15 años en adelante, también se trabajaba y se trabaja con alumnos más pequeños, pero a manera de taller.
La invitación inicial fue para dar las clases de desarrollo emocional, iniciación teatral, narraturgia colectiva, educomunicación y mi primer libro con los alumnos del taller de sensibilización (9 a 11 años) y Nuevas formas dramáticas con los alumnos de segundo año de la Escuela formal. Los alumnos de esta escuela en su carrera técnica veían en segundo grado la enseñanza de la dramaturgia, en primero lo hicieron con poesía, luego lo harían con narrativa. Mientras que a los niños se les sensibilizaba en la escritura sin una labor obligatoria pero sí comprometida y lúdica.
Formar parte de esta escuela obedecía también a inquietudes personales de mi quehacer literario; considero que los lectores (independientemente de su edad lectora o su imaginario) han desdeñado la lectura de textos dramáticos debido a que la lectura teatral es también un acto de imaginación y de dirección escénica. La mente tiene que ser capaz de completar la información: imaginar espacios, vestuarios, intenciones que no están acotadas y movimiento, de ahí la complejidad para acceder a su código.
Muchos se han acostumbrado a tener todo de forma fácil, muchos medios de comunicación han sido también un factor que ha alejado la creatividad del pensamiento, limitándola. Por eso que considerara importante la idea de impartir clases que gradualmente llevarían al alumno a la comprensión del texto teatral, ya que su lectura es diferente a la novela, el cuento, el ensayo o la poesía. La premisa era hacer del lector el director escénico de su propia lectura, pero para eso habría que emplear todas las herramientas posibles en un ciclo escolar.
Trabajar con niños 4 horas a la semana la construcción del texto narrativo pero con características teatrales, de forma lúdica, a manera de taller y con los alumnos de la Escuela formal 6 horas la misma temática, obedecía entonces a dos metodologías diferentes y a dos objetivos diferentes, argumento interesante para ser parte de esta escuela que aún está naciendo pero que ha generado muchos frutos.
El pasado 20 de mayo se realizó la evaluación de los trabajos finales de los alumnos de la primera generación de la escuela formal, con escritores ajenos a la escuela que fungieron como sinodales. Es interesante ver cómo esta generación que ya egresó puede reconocer los recursos literarios que los escritores aplican en sus textos para poder hacerlo con los suyos, porque algo importante en el proceso creativo es saber los recursos que estamos empleando para no escribir dentro de la inconciencia, es decir, estamos hablando de técnica.
Por otra parte, los niños del taller de sensibilización que egresaron hace dos años tuvieron como materia final “Mi primer libro”, cuyo producto final fue la presentación de una plaquette por alumno con sus trabajos, misma que tuvo un tiraje de 300 ejemplares y en donde estuvieron presentes en todo el proceso, tanto en la selección de sus textos, el diseño de portada, prologarse entre ellos, etc. Esta experiencia la repetiremos este año en el que egresará la segunda generación del taller de sensibilización.
Ahora estos niños están inscritos en el taller juvenil donde ven dramaturgia y poesía siempre en ese nivel lúdico pero con mayor experiencia en la lectura y escritura, esperemos que en un futuro estos niños se decidan, ya mayores, pertenecer a la escuela formal y que los alumnos de esta primera generación de la escuela formal de Creación Literaria sigan escribiendo, leyendo, pero sobre todo tomando la literatura como un oficio en el que la dificultad se encuentra siempre en la corrección, porque escribir cualquiera, pero en el corregir se encuentra el arte de la palabra.

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