viernes, 30 de diciembre de 2011

Espacio escenográfico y espacio escénico: Sobre las artes escénicas

Podríamos iniciar la construcción de una obra dramática (desde su dramaturgia o dirección, o ambas al mismo tiempo) a partir del concepto del espacio escénico; sin embargo, en esta ciudad es difícil poder hacerlo si no tienes un foro que te brinde esas posibilidades, ya que en la mayoría de los recintos en los que se trabaja se está obligado a concebir el espacio escenográfico con el modelo de teatro a la italiana. Pero para dejar en claro a qué nos referimos con espacio escenográfico y espacio escénico, recurramos a las palabras de Guillermo Heras, que en “Las estructuras dramatúrgicas actuales” (Cuaderno de Ensayo Teatral N. 20. Ediciones y producciones escénicas PASO DE GATO. México. 2011) señala:
“Creo que casi siempre se confunde escenografía (o espacio escenográfico) con espacio escénico. Para mí, el espacio escénico sería el recinto arquitectónico preciso de una representación, de ahí que nunca es igual trabajar en un espacio a la italiana que en uno circular, en un gran teatro o en una sala alternativa, en una nave industrial o en la calle, en un anfiteatro griego que en un pequeño corral de comedias. Sin embargo, el espacio escenográfico sería, justamente, el constituido por los elementos construidos al margen de ese recinto para conceptuar una representación específica y colocarlos dentro de ese espacio escénico. Y ahí también es evidente cómo esa escenografía es absolutamente diferente en su construcción y materiales según cuál sea el espacio escénico en el que vayamos a representar. Y conste que no estoy hablando sólo de coste económico, es decir, de producción, sino de poética del espectáculo y, por lo tanto, de la necesaria dialéctica entre espacio escénico/espacio escenográfico”.
Se necesita una disposición por parte de los facilitadores institucionales de la cultura para poder crear mecanismos en donde el creador escénico elabore proyectos bajo este esquema. Es cierto que en el Estado hay artistas que trabajan con esta perspectiva pero hay otros que, por la logística de los festivales, tienen que adaptarse a que le faciliten un espacio que a veces no está acorde a su propuesta estética. En ocasiones se plantea una obra a partir de un espacio idóneo y luego se tiene que adaptar el espectáculo al espacio que la institución propuso, lo que genera que la idea del principio quede en un segundo plano y, en el mejor de los casos, la habilidad del escenógrafo resuelve la situación.
En el Estado tenemos espacios con condiciones idóneas para ser adaptados a foros que permitan esa multiespacialidad en distintas funciones. El foro no cambiará sino la distribución del espacio; podría presentarse hoy un espectáculo a la italiana y al día siguiente un espacio circular. Un público que llegara al recinto y viera cómo el espacio escénico cambió mágicamente (hablo de magia teatral) y el escenario se encuentra ahora donde ayer estuve sentado como espectador.
Los recintos alternativos para espacios de pequeño formato son insuficientes; los pocos que existen tienen carencias escenotécnicas y poca disposición para dar soluciones a ellas, como la casa de la cultura. Las salas del teatro Mérida tienen un escenario tan reducido que es casi imposible que la cercanía con el público y lo pequeño del espacio pueda traducirse a una decena de obras que sean funcionales en ese lugar.
Se debería prestar atención a la exigencia tan añeja y actual de crear un foro equipado para el teatro de pequeño formato, que permita diversas posibilidades de crear espacios escenográficos a partir del espacio escénico.
Los teatros Armando Manzanero y Peón Contreras albergan obras de cierto gran formato; en el Daniel Ayala y el teatro del IMSS pueden caber obras de un formato más pequeño, pero su butaquería no está construida para un teatro intimista y no la podemos cambiar.
Podríamos decir que no es rimbombante querer construir un gran recinto teatral, como se hará en esta administración, pero gran parte de la crítica es que se le pone al recinto el nombre de “Teatro X o Y” a lugares que funcionan para todo menos para llevar a cabo el hecho escénico. Pedir un teatro que albergue las obras de pequeño formato no es rimbombante. Esperemos que la petición de una parte del gremio sea escuchada, si no ahora al menos que lo haga la naciente Secretaría de Cultura.

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