viernes, 30 de diciembre de 2011
Don Wilberth Herrera: Sobre las artes escénicas
“La muerte no nos roba a los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y de forma definitiva”.
François Mauriac
En vísperas del Día de Muertos, la muerte miró de frente a uno de los pilares de la escena yucateca, a uno de los pilares del teatro para títeres de nuestro país. Fue conmovedor (pero sobre todo una manera de demostrar cariño y admiración) ver las fotografías, videos y muestras de agradecimiento en las redes sociales a Wilberth Herrera y sus creaciones.
Para todos los yucatecos que crecimos viendo las aventuras de Lela, Chereque, Butaque, Zoila, Hugo y demás integrantes de la familia de Titeradas, podríamos decir que se cierra un ciclo, en donde no hay tributo que baste ni recuerdo vago o nítido que no tengamos presente de lo que fueron para nosotros estos personajes.
Recuerdo que los sábados por la noche, la fiesta era ver el programa de Titeradas en Canal 13 mientras comíamos una bolsa de charritos. Era 1988, tenía 8 años y en la programación de los sábados no podía faltar el trabajo de Don Wilberth Herrera, incluso puedo decir que ese fue el primer acercamiento a distancia (y en la total inconsciencia) que tuve con el hecho teatral.
Días como estos, en el que la muerte se hace presente, es cuando más intento recordar esa etapa de mi vida de la cual sólo tengo fragmentos.
Ahora veo que esa etapa no ha sido olvidada por millares de yucatecos que vieron este pulcro trabajo en la televisión o en el teatro Pedrito.
Don Wilberth siempre mostró lo que somos los yucatecos, como había dicho “Me gusta comunicar quiénes somos, porque hay mucha riqueza en la cultura yucateca y hay que darla a conocer”.
Fuera de cualquier apología superflua, esta nota es simplemente para dedicar unas palabras a un alma que representa lo mágico que es el teatro, la magia de la creación y lo inmortal que pueden llegar a ser sus hacedores. Inmortalidad que no tiene que ver con el halago o los premios institucionales sino con el reconocimiento de un público, público de diferentes generaciones, ya que Don Wilberth Herrera fue un hombre que trabajó sin descanso.
Leíamos en la entrevista que realizó Rafael Gómez Chi y que apareció en las páginas del periódico POR ESTO! recientemente, el lado humano de este creador, quien contaba al entrevistador cómo inició su odisea por el mundo de los títeres y se le aplaudía por el reconocimiento a su labor, ya que se le otorgó este año el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
La noticia de la partida de este gran artista tocó las fibras más sensibles de medios de comunicación, instituciones, público en general y a toda la comunidad artística, no hay quien no lo conozca en el medio cultural de este Estado.
Don Wilberth Herrera, fue velado de 14:00 a 16:30 horas en las instalaciones del Teatro Pedrito (calle 55 entre 62 y 64, centro), lugar que nunca dejará ya que se ha convertido ahora en su nueva casa.
De 17:00 y hasta las 20:00 horas se efectuó un Saludo de cuerpo presente en el Teatro Peón Contreras.
Titiritero pero títere de nadie, hoy nos cubre la nostalgia por la pérdida, pero la memoria mantendrá vigente a este artista, ya que en realidad nuestro paso por esta tierra siempre será efímero y sólo se está muerto cuando ni siquiera se es un recuerdo.
Pero estamos seguros que eso no pasará, ya que tanto libretos, como programas grabados seguirán transmitiéndose de generación en generación, porque de esa forma dejamos intacta el alma que a veces enferma la realidad sórdida, a la cual muchas veces le hace falta un poco de risa genuina.
François Mauriac
En vísperas del Día de Muertos, la muerte miró de frente a uno de los pilares de la escena yucateca, a uno de los pilares del teatro para títeres de nuestro país. Fue conmovedor (pero sobre todo una manera de demostrar cariño y admiración) ver las fotografías, videos y muestras de agradecimiento en las redes sociales a Wilberth Herrera y sus creaciones.
Para todos los yucatecos que crecimos viendo las aventuras de Lela, Chereque, Butaque, Zoila, Hugo y demás integrantes de la familia de Titeradas, podríamos decir que se cierra un ciclo, en donde no hay tributo que baste ni recuerdo vago o nítido que no tengamos presente de lo que fueron para nosotros estos personajes.
Recuerdo que los sábados por la noche, la fiesta era ver el programa de Titeradas en Canal 13 mientras comíamos una bolsa de charritos. Era 1988, tenía 8 años y en la programación de los sábados no podía faltar el trabajo de Don Wilberth Herrera, incluso puedo decir que ese fue el primer acercamiento a distancia (y en la total inconsciencia) que tuve con el hecho teatral.
Días como estos, en el que la muerte se hace presente, es cuando más intento recordar esa etapa de mi vida de la cual sólo tengo fragmentos.
Ahora veo que esa etapa no ha sido olvidada por millares de yucatecos que vieron este pulcro trabajo en la televisión o en el teatro Pedrito.
Don Wilberth siempre mostró lo que somos los yucatecos, como había dicho “Me gusta comunicar quiénes somos, porque hay mucha riqueza en la cultura yucateca y hay que darla a conocer”.
Fuera de cualquier apología superflua, esta nota es simplemente para dedicar unas palabras a un alma que representa lo mágico que es el teatro, la magia de la creación y lo inmortal que pueden llegar a ser sus hacedores. Inmortalidad que no tiene que ver con el halago o los premios institucionales sino con el reconocimiento de un público, público de diferentes generaciones, ya que Don Wilberth Herrera fue un hombre que trabajó sin descanso.
Leíamos en la entrevista que realizó Rafael Gómez Chi y que apareció en las páginas del periódico POR ESTO! recientemente, el lado humano de este creador, quien contaba al entrevistador cómo inició su odisea por el mundo de los títeres y se le aplaudía por el reconocimiento a su labor, ya que se le otorgó este año el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
La noticia de la partida de este gran artista tocó las fibras más sensibles de medios de comunicación, instituciones, público en general y a toda la comunidad artística, no hay quien no lo conozca en el medio cultural de este Estado.
Don Wilberth Herrera, fue velado de 14:00 a 16:30 horas en las instalaciones del Teatro Pedrito (calle 55 entre 62 y 64, centro), lugar que nunca dejará ya que se ha convertido ahora en su nueva casa.
De 17:00 y hasta las 20:00 horas se efectuó un Saludo de cuerpo presente en el Teatro Peón Contreras.
Titiritero pero títere de nadie, hoy nos cubre la nostalgia por la pérdida, pero la memoria mantendrá vigente a este artista, ya que en realidad nuestro paso por esta tierra siempre será efímero y sólo se está muerto cuando ni siquiera se es un recuerdo.
Pero estamos seguros que eso no pasará, ya que tanto libretos, como programas grabados seguirán transmitiéndose de generación en generación, porque de esa forma dejamos intacta el alma que a veces enferma la realidad sórdida, a la cual muchas veces le hace falta un poco de risa genuina.
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