martes, 31 de agosto de 2010
Lizzie Borden: Sobre la dramaturgia necesaria
Ediciones y Producciones Escénicas Paso de Gato en el número 28 de sus cuadernos de dramaturgia mexicana, publicó la obra de Lucía Leonor Enríquez “Lizzie Borden”.
“Lizzie Andrew Borden (Fall River, Massachusetts, 19 de julio de 1860 - 1 de junio de 1927), mejor conocida como Lizzie Borden, fue una mujer de Nueva Inglaterra y la única sospechosa de los asesinatos de su padre y su madrastra, que tuvieron lugar en su casa el 4 de agosto de 1892. El doble asesinato, el posterior juicio y el hecho de que nadie fue finalmente condenado por las muertes han convertido al caso en un hecho célebre en Norteamérica y sigue siendo un episodio plagado de dudas en el mundo de la criminología. Aunque Lizzie Borden fue absuelta de los crímenes, incluso en vida se la creyó culpable del asesinato de sus progenitores, y aún hoy es una figura muy importante en el folklore estadounidense”.
La obra de la joven dramaturga mexicana está escrita a partir de diferentes voces en la que se narra el popular acontecimiento delictivo, sin utilizar nombres de personajes y utilizando sólo guiones, escuchamos la voz del pueblo, del jurado que se plantea la imposibilidad de juzgar a alguien por su simple condición burguesa y de la familia.
A partir del estribillo “Lizzie Borden un hacha tomó/ Y cuarenta golpes a su madre le dio/ Y cuando lo que había hecho miró/ Cuarenta y un hachazos a su padre asestó” se va deconstruyendo la historia. Llena de voces que piden justicia, que muestran su desdén ante el parricidio y la abominación.
La obra es una muestra de los complejos laberintos de la mente humana porque, a partir del caso, cada voz adquiere una postura. Todos intentan explicar, desde su propia condición, lo que orilló a Lizzie Borden a cometer el crimen, porque su culpabilidad no se pone en duda. Pero ¿cómo, una mujer tan dulce, pudo llegar de forma tan intempestiva a tal aberración?:
“—Lizzie Borden un hacha tomó.
—Ella era, es…amable con los niños, cariñosa, atenta…
—De todas las maestras del colegio, Lizzie Borden es la consentida de los niños.
—Llega puntualmente, todos los días puntualmente. El cabello recogido, con un delicado listón negro. Todos le decimos “Suéltate el cabello, Lizzie”. Y es que tiene una hermosa cabellera rubia, pero es muy tímida”.
La obra es un canto con una fuerza narrativa y una historia que va develando los diferentes perfiles paso a paso, sin precipitaciones, el estribillo no es reiterativo, sino que funciona como un apoyo y su uso es mesurado, a la vez que nos recuerda los hechos, como si los niños le cantaran a Lizzie cada vez que hace su aparición en público.
Lucia Leonor Enríquez nació en la Ciudad de México en 1981. Directora, dramaturga, actriz y traductora, es Licenciada en Comunicación Social por la UAM y egresada del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la misma universidad; cursó, además, el II Diplomado Nacional de Estudios de la Dramaturgia. Participó en el Encuentro Nacional de Literatura Joven “Mar de vértigos”, en el ciclo de lecturas de Teatro Emergente de El Milagro, y en la VI Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia en Querétaro. Colaboró con Sandra Félix como asistente de dirección, dramaturgista y traductora en: “Telémaco/Subeuropa”, de Marco Antonio de la Parra; “Oxígeno”, de Carl Djerassi y Roald Hoffmann: “Después de ti, señorita Julia”, de Patrick Marber, basada en “La señorita Julia”, de Strindberg. Becaria en el área de dramaturgia por la Fundación para las Letras Mexicanas de 2007 a 2009. De reciente publicación, su libro “Nadie se va a reír” salió a luz bajo el sello editorial de Tierra Adentro.
“Lizzie Andrew Borden (Fall River, Massachusetts, 19 de julio de 1860 - 1 de junio de 1927), mejor conocida como Lizzie Borden, fue una mujer de Nueva Inglaterra y la única sospechosa de los asesinatos de su padre y su madrastra, que tuvieron lugar en su casa el 4 de agosto de 1892. El doble asesinato, el posterior juicio y el hecho de que nadie fue finalmente condenado por las muertes han convertido al caso en un hecho célebre en Norteamérica y sigue siendo un episodio plagado de dudas en el mundo de la criminología. Aunque Lizzie Borden fue absuelta de los crímenes, incluso en vida se la creyó culpable del asesinato de sus progenitores, y aún hoy es una figura muy importante en el folklore estadounidense”.
La obra de la joven dramaturga mexicana está escrita a partir de diferentes voces en la que se narra el popular acontecimiento delictivo, sin utilizar nombres de personajes y utilizando sólo guiones, escuchamos la voz del pueblo, del jurado que se plantea la imposibilidad de juzgar a alguien por su simple condición burguesa y de la familia.
A partir del estribillo “Lizzie Borden un hacha tomó/ Y cuarenta golpes a su madre le dio/ Y cuando lo que había hecho miró/ Cuarenta y un hachazos a su padre asestó” se va deconstruyendo la historia. Llena de voces que piden justicia, que muestran su desdén ante el parricidio y la abominación.
La obra es una muestra de los complejos laberintos de la mente humana porque, a partir del caso, cada voz adquiere una postura. Todos intentan explicar, desde su propia condición, lo que orilló a Lizzie Borden a cometer el crimen, porque su culpabilidad no se pone en duda. Pero ¿cómo, una mujer tan dulce, pudo llegar de forma tan intempestiva a tal aberración?:
“—Lizzie Borden un hacha tomó.
—Ella era, es…amable con los niños, cariñosa, atenta…
—De todas las maestras del colegio, Lizzie Borden es la consentida de los niños.
—Llega puntualmente, todos los días puntualmente. El cabello recogido, con un delicado listón negro. Todos le decimos “Suéltate el cabello, Lizzie”. Y es que tiene una hermosa cabellera rubia, pero es muy tímida”.
La obra es un canto con una fuerza narrativa y una historia que va develando los diferentes perfiles paso a paso, sin precipitaciones, el estribillo no es reiterativo, sino que funciona como un apoyo y su uso es mesurado, a la vez que nos recuerda los hechos, como si los niños le cantaran a Lizzie cada vez que hace su aparición en público.
Lucia Leonor Enríquez nació en la Ciudad de México en 1981. Directora, dramaturga, actriz y traductora, es Licenciada en Comunicación Social por la UAM y egresada del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la misma universidad; cursó, además, el II Diplomado Nacional de Estudios de la Dramaturgia. Participó en el Encuentro Nacional de Literatura Joven “Mar de vértigos”, en el ciclo de lecturas de Teatro Emergente de El Milagro, y en la VI Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia en Querétaro. Colaboró con Sandra Félix como asistente de dirección, dramaturgista y traductora en: “Telémaco/Subeuropa”, de Marco Antonio de la Parra; “Oxígeno”, de Carl Djerassi y Roald Hoffmann: “Después de ti, señorita Julia”, de Patrick Marber, basada en “La señorita Julia”, de Strindberg. Becaria en el área de dramaturgia por la Fundación para las Letras Mexicanas de 2007 a 2009. De reciente publicación, su libro “Nadie se va a reír” salió a luz bajo el sello editorial de Tierra Adentro.
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