Obsesionado por saber que se sentía volar,
un joven campesino apagó su tractor,
se echó un buche de coraje y subió de polizón
al fuselaje de un DC-3 que despegaba rumbo a la ciudad de México.
A partir de esta anécdota real, ocurrida en Torreón a mediados del siglo XX, el sociólogo y músico Frino escribe su primera obra de teatro, la cual titula “El vuelo de Cliserio” y con la que se hizo merecedor del Premio Nacional Obra de Teatro Para Niños 2007 que convoca el Instituto Nacional de Bellas Artes a través de sus Premios Nacionales de Literatura.
La importancia de este premio radica en que los apoyos que se otorgan a la dramaturgia para niños son escasos, en nuestro Estado por ejemplo son nulos y este premio que año con año se convoca es un escalón importante para dar a conocer las propuestas del teatro que se escribe para los pequeños.
El vuelo de Cliserio es una obra que habla sobre la migración, el arraigo a la tierra y el campo, los sueños de un joven campesino habitante del norte de México que quiere volar, sentir lo que sienten los pájaros al alzar el vuelo, esta obra es la travesía de Cliserio que va en busca de sus propias alas.
Un pato llamado Fender que se pierde rumbo a Canadá cuando va a migrar, el cual lleva indumentaria de aviador de los años 30 (lentes, bufanda, chamarra y gorro) y carga un morral de cartero, debido al cansancio se estrella en la milpa de Cliserio y queda inconsciente, el joven campesino ayuda al pato y lo lleva a casa de su novia Atzimba para que se recupere.
Cliserio además de la compañía de Atzimba tiene como amigo a López, un viejo cacto que vive en la milpa y que es muy sabio, López conoce la historia del lugar mejor que las mismas piedras, además de llevar un sombrero norteño, una barba blanca y un paliacate en el cuello, López es como de la familia ya que ha conocido toda la ascendencia de Cliserio y es parte de la tierra.
Los padres tanto de Cliserio como de Atzimba se han ido a trabajar al otro lado (al igual que muchos hombres de la población) debido a la problemática que enfrenta el campo, uno de los grandes problemas que enfrenta México es expuesto a los niños a través de esta obra y se explican las diferencias de emigrar y ser mojado.
El pato Fender provoca que se avive el deseo de Cliserio por volar, el pato es un gracioso fanfarron que narra sus aventuras en el aíre, Cliserio no se podrá quedar con las ganas y recurre a ideas absurdas como construir una bicicleta que pueda hacerlo volar (el Cliserióptero), idea original del pato Fender, lo cual sólo provoca la burla de los vecinos, la reprobación de Atzimba, el descontento de López y que descuide su trabajo en la milpa.
En cuanto a la tierra, el señor Alatriste, dueño de Aerolíneas Lamsa, quiere comprarle su parte a Cliserio para ampliar sus pistas de aterrizaje, el señor Alatriste habla de la modernidad, desprecia la milpa y menosprecia al campesino cuando éste le cuenta sus sueños de volar.
Cliserio incluso llega a plantearse el vender la tierra para ir en busca de su sueño, pero López le advierte que la tierra no tiene precio ya que es significativa, en primera porque ahí se encuentra enterrado su abuelo. López en su afán de que Cliserio desista en su sueño-obsesión de volar, recurre al mito de Ícaro para explicarse lo peligroso que puede llegar a ser aventuras como esa, tener alas y no saber cómo usarlas.
En realidad todo lo expuesto con anterioridad es sólo una simplificación de la historia que construyó Frino a partir de una anécdota real que señalamos al principio, si a usted le interesa conocer el destino de los personajes o busca una lectura apropiada para niños que hable de temas serios (y necesarios) con un lenguaje pícaro, lleno de esperanza y fantasía, acuda a este libro, no se arrepentirá.
La obra de Frino tiene la virtud de que cada personaje tiene un habla particular, propio (lo que técnicamente llamaríamos idiolecto) que nos permite conocer diferentes puntos de vista en cuanto a un mismo tema y le da una diversidad lingüística a esta obra dramática, la obra está llena de referencias a personajes y libros de la literatura y al cancionero mexicano popular que son fáciles de ubicar dentro del imaginario, los chistes que se manifiestan a lo largo de la obra son sencillos, pero la particular actitud de los personajes nos permiten doblarnos a carcajadas.
Los recursos visuales que Frino emplea en la obra son sumamente interesantes y de una dinámica teatral que desde la lectura se puede imaginar la puesta en escena o hacer una concepción de ella.
Sólo queda señalar que este es un constructo dinámico, de esos que se necesitan para atraer a los niños al hecho escénico, pero sobre todo es una construcción que explora los temas más complejos del norte mexicano, de las realidades fronterizas y del campo, no es una obra llena de lugares comunes a las que muchas veces se remiten la explicación de estas realidades, sino que es una obra para volar y encontrar nuestras alas.
(Frino, “El vuelo de Cliserio”. CONACULTA, Colección Bosque de silencio. México, D.F. 2008. Pp. 78. Ilustraciones de Jorge Paniagua)
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