Salman Rushdie
Creo estar en un margen de verdad, al decir que son las dictaduras los momentos en que se genera más producción crítica a través de la alegoría de la obra de arte, en ese sentido, siempre ha habido una persecución de los opresores para acallar cualquier voz que intente denunciar y hasta exigir un cambio de las conductas depredadoras en las que se ha convertido un sistema, no es entonces la creación de un panfleto, sino de literatura… de la dictadura.
Estamos ahora ante la simulación y el perfeccionamiento de los mecanismos de control para tener sometido a todo un pueblo, para explotarlo de todas las formas posibles. He aquí que lamentablemente, todo tipo de batalla que se esté próxima a ganar, siempre se verá perdida ante la ayuda de todo el poder del Estado y sus cómplices que se erigen como refuerzos para someter la voz que es diferente y los critica.Hay que hacer referencia por ejemplo que a partir del pretexto del “apego a la legalidad” se utiliza al aparato judicial para perseguir enemigos políticos como el caso de Ricardo Monreal Ávila o intelectuales incómodos como el sociólogo colombiano Miguel Ángel Beltrán Villegas, a quien se le acusa de estar involucrado con la FARC. No es raro, ni sorprende, que ambos personajes perseguidos tengan un compromiso con la izquierda.
El terror radica en que es la propia “izquierda” (como el caso de Amalia García) quien en complicidad con su contraparte decide eliminar a un enemigo que apoya a López Obrador y que un propio gobierno encargado de proteger a los que dotan de conocimiento y rescatan a manera de investigación la memoria de un pueblo (Beltrán Villega estaba investigando sobre la oposición de derecha en el proyecto cardenista de gobierno en los años treinta y cuarenta), son los que lo entregan a las autoridades de su país de origen que sólo busca venganza, por lo que parece que el mensaje es que en México ningún intelectual que es perseguido por un sistema totalitario está a salvo, si usted se exilia busque otra opción, aquí podría ser traicionado y al igual que Cristo vendido por unas monedas.
Se ha utilizado toda la podredumbre que nos aqueja en beneficio de este mismo sistema y como herramienta para desaparecer a los críticos y detractores de una dictadura. Se matan a obreros, líderes sindicales, activistas de derechos humanos o pensadores y es muy fácil no investigar nada, mejor se le echa la culpa al narco, porque lo menos que le preocupa a este gobierno es el número de bajas de cualquier trinchera, la suya o la rival, si es que hay rival y no contubernio.
La otra estrategia es la desacreditación a través de los medios de comunicación, de tal manera que se realiza una campaña sucia, llena de insultos o de manipular las palabras del otro, que ha servido para que no se tome en cuenta ni se respete el derecho del otro a no estar de acuerdo con burdos actos de manipulación, donde se habla de cambios, avances y una nueva generación que viene a ser las cosas de manera diferente, aunque esa diferencia sea sólo por decreto.
Es una lástima que se utilicen todas las bondades de los aparatos institucionales y de los medios de comunicación para legitimizar y justificar la falta de talento para dirigirse como profesional de cualquier área e imponer formas de pensamiento como, “no puedes criticar lo que hagamos mal”, “no tienes derecho a burlarte de nuestra falta de visión”, “no eres nadie para señalar nuestro cinismo y decir que sólo vemos la paja en el ojo ajeno”… ¿No así es el gobierno federal?
Se está ante el riesgo de abdicar (como lo han hecho muchos) ante estas situaciones y este tipo de comportamiento persecutor que son clásicos de gente que apenas tuvo un poco de poder quiere quedarse con él a toda costa, sin trabajar, sólo por decreto y porque nunca habían estado en esa posición, el poder hace que uno se quede engolosinado. ¿No ellos argumentaban que habían sufrido una dictadura de 70 años, hemos soportado ocho, y nos estamos cayendo, a veces callando?
Si revisamos la historia de la literatura, veremos que en tiempos de crisis y deshumanización como este es cuando más se piensa y se toma la pluma como arma en busca de una estrategia estructural de la obra escrita que represente esta nueva forma de caos, es cierto que es más fácil caer cuando se es soldado raso y no general y que ahora existen armas más poderosas y modernas, tanto de corte militar como de medios descomunicativos y tergiversadores que hacen perder terreno.
Aunque ahora también existen herramientas más poderosas para abordar la estructura de la obra literaria. Es entonces cuestión de leer, vivir, reflexionar, escribir e imaginar, aunque al final todos quieran empujar a los detractores de los amigos de la “legalidad” y las “buenas formas” hacia el fondo de la cloaca.
Pie de Foto: Una fotografía más de Carlos Navarrete
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