lunes, 30 de marzo de 2009

El Día Mun dial del Teatro y la alta traición al gremio de Yucatán: Sobre las artes escénicas a partir de un juego de preguntas

El Instituto Internacional de Teatro estableció en 1961 que el 27 de marzo se celebre el Día Mundial del Teatro, evento en el que cientos de países participan y a través de instituciones y actos independientes ofrecen una muestra del teatro de su localidad para la comunidad.

Cada año una personalidad en la materia emite un mensaje para conmemorar la fecha. Hace tres años un mexicano fue invitado a decir el discurso: el maestro Víctor Hugo Rascón Banda (q.e.p.d.). La valía de esto radica en que dicho discurso ha sido pronunciado por Pablo Neruda, Eugene Ionesco, Arthur Miller, Jean Cocteau, Peter Brook, Miguel Ángel Asturias y Wole Soyinka, por citar algunos.

El teatro en México quiere estar en plan grande, no me refiero sólo al centro del país, sino también a toda la producción del norte. Hoy es un día de celebración, pero del sur, de Yucatán ¿De qué podemos hablar?

Lo que a continuación se expone no es algo nuevo, sino cosa que muchos pensamos y que otros han expresado incluso a nivel nacional: inconformidad. No una inconformidad con el afán de que se nos faciliten todos los medios para ver nuestra obra en escena (nuestra obra como dramaturgo, director, actor o escenotécnico, al fin y al cabo termina siendo nuestra obra), sino que se nos dote de los mecanismos necesarios para que ésta nazca y continúe viva, mecanismos a los que está obligada la institución encargada de velar porque se cumpla parte de esa tarea, que en este caso tendría que ser la Dirección de Teatro del ICY a cargo de Juan de la Rosa.

La administración pasada llevó a cabo muchos caprichos personales sin cubrir las necesidades básicas del gremio, a pesar de tener una visión más acertada que ésta, no se puede negar que no cayó en el despotismo, el amiguismo, en el chantaje y en la amenaza directa durante su gestión. Los teatreros ahora pensaron que sí iba a haber una comunicación y una democracia en convocatorias, espacios, proyección y presupuestos para las artes escénicas.

Uno de los primeros movimientos de la administración de Juan de la Rosa fue seleccionar sin opinión de la comunidad, la obra que representaría al Programa Nacional de Teatro Escolar. Sin explicación alguna, se decidió qué obra y qué director la concretarían, cuando esta selección siempre recaía en teatreros nacionales o internacionales especializados en el teatro para niños y jóvenes, para salvaguardar (siempre en lo que se pueda) que se le diera al público infantil y juvenil un espectáculo de calidad.

Hoy, en pleno gobierno de Ivonne Ortega, quien triunfó democráticamente, regresan las dictaduras y los dedazos. Hay autócratas que al parecer saben lo que es mejor para el público y el teatro de Yucatán, lo que nos hace pensar que si la arrogancia no es la manera de conducir una sociedad, mucho menos al arte, que es parte integral de ella.
El problema es aún más grande, ya que los que realizan el teatro profesional de Yucatán, no cuentan con el presupuesto necesario para realizar su producción, (aunque muchas veces lo encuentran). La oportunidad sometida a convocatoria con la que se contaba, que es el Programa Nacional de Teatro Escolar, ha sido vedada, por lo mismo, las oportunidades de difusión y proyección permanecen nulas, al menos que uno sea del agrado del director del Departamento de Teatro, que es la explicación que aparenta ser, mientras no se dé otra, de manera formal.

La convocatoria de Co-producción para las Artes Escénicas también ha desaparecido. Si el ICY, a través de su departamento, ha producido alguna obra, no ha sido puesta a consideración de los diferentes planteamientos de los creadores del Estado, sino que ha sido por decisión de su Departamento, tal como pasó en su Festival de Monólogos en el que no se vio una convocatoria para producción de espectáculos.

Y hablemos de festivales. Un festival es una convivencia entre creadores y un intercambio de experiencias y conocimientos. En un principio se habló de un festival internacional, que terminó siendo el Festival Estatal de Teatro Wilberto Cantón. El intercambio no sirvió de mucho, ya que las obras que se presentaron eran ampliamente conocidas porque ya las habíamos visto o no se crearon los mecanismos para que otras se fueran a ver.

En un artículo anterior hablaba de las impresiones del espectador y cómo encauzarlo hacia la escena. Me tocó en ese festival ver obras que adolecían de los recursos mínimos del teatro profesional o semiprofesional (la teatralidad se da estando en escena, el teatro no), pero que eran presentadas dentro de la programación, como “La noche de los asesinos”, del cubano José Triana. Aunque esto no es una crítica directa al teatro amateur sino a los que lo exponen ante un público que merece otra cosa.

Cabe decir que hubiera sido más decente enfrentar al alumnado con un texto menos complejo, en el que lucieran más sus habilidades que deficiencias, pero bueno, el caso es que la Dirección de Teatro los aceptó y les pagó igual que a sus profesionales, por ese ejercicio escolar.

Entonces el público e incluso algunos creadores se preguntan: ¿De qué se trata?, ¿a qué le llamamos teatro?, ¿dónde está la profesionalización (no el academismo) en el arte, si todos se mezclan contra todos en un encuentro que es para el público y el creador y hay mecanismos que entrenan a los aspirantes a las tablas?

Hay que señalar que en dicho festival se convocó al creador a exponer una producción en la que le pagarían dos funciones: meses de ensayo, o aunque sea uno, ¿para llevar un producto a escena cuya vida sólo será en dos ocasiones? La verdadera función empieza en la representación 30, y al parecer estamos destinados a que las producciones en Yucatán lleguen a la 5, a la décima habría que develar placa, si esto se quiere finiquitar.

Cierto es que el Estado no lo puede cubrir todo, existen costos de luz y de la renta del teatro, por lo mismo, la mayoría de los grupos ha pedido desde hace mucho tiempo un espacio para el teatro de pequeño formato, en el que se puedan agendar temporadas para los grupos, aunque no basta con dotar un espacio y “hay vean qué hacen con esto”, sino de dar difusión a través de un proyecto, el cual debería de ser concertado y que incluso se concertó en los diferentes foros que se tuvo sobre el tema, pero que no se está cumpliendo.

Ahora se quiere (o se va, o ya se hizo, no hay comunicación) a crear una Compañía Estatal de Teatro. Antes de velar por la existencia de las condiciones básicas, se pretende dar un paso sin dejar en claro las garantías que la acompañan, los gastos y los apoyos a los creadores de esta compañía del Estado. ¿Decisión de quién va a ser la nómina? ¿Serán selecciones arbitrarias igual que los otros procesos? El presupuesto que necesitan los grupos y los creadores, ¿será absorbido para fingir que tenemos una compañía que refleja el bienestar del teatro yucateco?

Hay una preferencia razonable del Mtro. Juan de la Rosa hacia los municipios, comprensible y es correcto, pero existe una Dirección de Descentralización, a la que tendrían que canalizarse estos proyectos en coordinación con la Dirección de Teatro, para mediar los gastos y crear un proyecto incluyente.

Sobre todo, considero que lo importante es brindar formación a los grupos que están ya conformados en los municipios, porque si no, ¿de qué sirve llevarlos a escena y no formarlos de manera integral y sin proporcionarles herramientas para su crecimiento? Cuando Juan de la Rosa deje la dirección, ¿es seguro que los seguirán apoyando igual? ¿Cómo enfrentarse al mundo de las artes sin formación continua? Hay que gestar herramientas que sean perdurables, no efímeras como todos sabemos que es la puesta en escena. No hay que jugar con ellos al Aquí y Ahora, sino por un Para Siempre, que es la formación.

¿Se realizó un festival de monólogos para que todos los grupos sacaran nuevamente de su repertorio la propia producción, algo que se hizo hace años? ¿Es que acaso así se ahorra el ICY el trabajo de producir? ¿Y qué tal funcionó?

Podríamos hablar de otros casos como la Temporada de Teatro para Niños, pero entonces estaríamos ante una perorata incierta y esto es lo verdaderamente serio como para estructurarla.

Finalizo, sin el afán de ofender, sólo con el deseo de recordar, pero previo a la designación, tanto del director del ICY como del área de teatro, se tuvo una reunión, en donde el gremio (a pesar de estar dividido) presentó estos y otros argumentos. Se convocó a que los postulantes a querer dirigir el área en la institución no ejercieran el oficio al menos con la institución, para que por el bien de todos no se le acuse de aprovechar el puesto para sus beneficios personales, como en la administración pasada (el actual director participa en los Rituales de la Muerte Maya y algunos de sus colaboradores también lo hacen en Teatro para los Municipios), pero bueno, a lo que voy es que en esa reunión todo se expuso, se apuntaron las necesidades y los candidatos a dirigir (Juan de la Rosa fue uno de los que se levantó para postularse) de antemano las sabían, se dieron a conocer las demandas y necesidades del gremio. Ahora, parece que se ha dejado de escuchar al creador, por lo que uno no se puede sentir más que traicionado.

El INAIP señala que en su ejercicio anterior (hasta noviembre de 2008) el ICY gastó 114, 331, 497 pesos en cultura. Democráticamente, ¿no podríamos sugerir cómo gastar una pequeña parte del presupuesto los de teatro?. En fin, para todos los amigos, pocos pero queridos, ¡Feliz Día Mundial del Teatro!

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