viernes, 1 de mayo de 2009

Himmelweg y el perverso juego metateatral de Juan Mayorga: Sobre la dramaturgia necesaria

Se pronuncia “ji-mel-beck”. No es una palabra, son dos palabras. “Himmel” quiere decir “cielo”. “Weg” es camino. “Himmelweg” significa “Camino del cielo”.
Himmelweg, Juan Mayorga, (pp. 3)

Según palabras del doctor y teórico español José Luis García Barrientos, “Juan Mayorga es el autor mejor situado para presidir el teatro español de la primera mitad del siglo XXI, y puede que su consagración arranque precisamente con esta obra, “Himmelweg”.

Si el dramaturgo regresó definitivamente al hecho teatral en las últimas décadas del siglo XX lo hizo con mayor fuerza, tanto que al menos hoy es definitiva, Mayorga precisa de forma matemática y filosófica lo inhumano de las guerras y las sociedades, no basta con decir que es dolor con el que un lector o espectador se encontrará al tener de frente esta obra, la recepción va más allá.
En esta dramaturgia se habla de los campos de exterminio de la Segunda Guerra Mundial, alemanes que matan judíos y los despojan de cualquier indicio de esperanza. A pesar de que en la memoria se tengan productos artísticos de impacto que reflejan estos hechos, al menos a nivel cinematográfico, como “La lista de Schindler” de Steven Spielberg o “La vida es bella” de Roberto Beningni, “Himmelweg” se sitúa en otro renglón, a partir de una estructura con las formas metateatrales (es decir, el teatro dentro del teatro), este texto se torna con una impresionante fuerza y habla no sólo de los judíos, sino de la simulación y al engaño a la que está expuesta y es víctima la humanidad. Vivimos en un estado simulado.
En Mayorga no veremos ni una bala, ningún tipo de agresión física, pero sí la aberrante sordidez de la crueldad mental, la simulación, el engaño, la destrucción y la desesperanza a partir del juego pasivo que conlleva a la ceguera de la humanidad, misma que ha dejado de ver para convertirse en cómplice-testigo del exterminio.
Me es imposible contar la historia tal y como la veo, llevaría por lo menos cuatro cuartillas y un tratado, iré tan sólo en los puntos esenciales para que usted lector decida si quiere aventurarse a conocerla toda.
Un español delegado de la Cruz Roja, el cual es una persona que realmente se ha comprometido a servir y ayudar a los caídos en guerra decide visitar e inspeccionar las condiciones en la que viven un gran grupo de judíos en un campo de concentración. El delegado logra entrevistarse con el comandante a cargo y para su sorpresa, éste no lo echa del lugar, sino que al contrario, le permite visitar todos los sectores del lugar y tomar cualquier tipo de fotografía para que le enseñe al mundo lo que sucede ahí.
En el campo de concentración los judíos viven en aparente paz, nadie es maltratado, nadie lleva uniforme de prisionero, al visitante se le presentan “escenas” de la vida cotidiana que hacen parecer que los Alemanes son todo lo contrario a lo que se dice de ellos, más en cuanto a su visión amenazante contra los judíos.
El comandante le dice que él también ha escuchado los comentarios absurdos sobre matanzas y crímenes inimaginables. El delegado a pesar de sus buenas intenciones no ha podido ver nada fuera de su lugar, ni tampoco ha tenido el ojo clínico para desenmascarar las posibilidades del odio y estrategias que puede llegar a construir la mente humana.
Pero ¿qué ha pasado? ¿Por qué nada de lo ya sabido sucede en ese campo de concentración? Bueno, el asunto es que, el delegado de la Cruz Roja presenció una bien orquestada obra de teatro.
Según el propio autor, el comandante que dirige el campo ha puesto en práctica el sueño que ningún director de escena concibió jamás: La obra de arte total. El comandante sólo ve y piensa en el arte, no hay compasión en su mirada, todas las vidas judías que se encuentran en ese campo están a su disposición, le pertenecen y los dirige, como a los muñecos en las manos del titiritero. Hay otros personajes que amplían las lecturas, los personajes oprimidos también hablan, y de qué forma. Todo a partir del montaje.
La calidad dramatúrgica de Mayorga nos lleva hacia estragos irreconocibles de lo que es capaz la naturaleza humana y su estructura de composición es envidiable, no deja cabo suelto pero sí lecturas abiertas, narración, descripción y acción, una obra digna de este siglo.
“Himmelweg” es una obra que atenta contra la pasividad, a pesar de que se valga de ella, me es imposible superar las palabras del maestro García Barrientos que señala en la presentación de la contraportada: “Obra de una dureza casi insoportable, mitigada por la mirada oblicua y el derroche de inteligencia. Incursión en el infierno de la inhumanidad, que nos hiere de muerte tanto como nos cura el milagro del arte. Pura y gran literatura. Teatro grande y genuino. “Himmelweg”.
Juan Mayorga es dramaturgo, ensayista, filósofo y matemático. Miembro fundador del grupo Astillero. Ha escrito “Siete hombres buenos”, “Más ceniza”, “El jardín quemado”, “Cartas de amor a Stalin”, “El Gordo y el Flaco”, “Animales nocturnos”, “Últimas palabras de Copito de Nieve”, “Job”, “Hamelin”, “El chico de la última fila”, “La paz perpetua” (Premio Valle Inclán 2008), “La tortuga de Darwin” y “El elefante ha ocupado la catedral”. También ha escrito versiones sobre textos de Calderón de la Barca, Lope de Vega, Durrenmatt, Lessing, Dostoievski, Valle Inclán e Ibsen, recibió el Premio Nacional de Teatro 2007.
Un autor como los hay muy pocos, hablan de grandes temas por su importancia y los estructuran de igual forma, un autor necesario, por lo que no debería dejar de pasar la oportunidad de volcarse a leerlo.
(Mayorga, Juan. “Himmelweg”. Ediciones y producciones Paso de Gato. Cuadernos de Dramaturgia Internacional número 1. México, D.F 2008. Pp. 39.)

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