Si por alguna remota
posibilidad del azar
Un hombre cruzara su camino con el niño que fue y si ambos
Se reconocieran
el uno al otro, se derrumbarían hasta el suelo,
El hombre de desesperación, el niño de pavor.
Es lo importante, si hay algo que nos da vida, es que el texto dramático y la ficción nunca dejarán de sorprendernos, hoy te quiero contar, a ti, precisamente a ti que siempre te das tiempo para escucharme, lo último que he leído, pensé en ti porque supe que a ti también esta lectura te causará esa emoción que sólo sucede cuando regresas a la fantasía, y que después irás a contárselo a ese que quieres y que también es mi amigo, discúlpame, no recuerdo cómo se llama, pero sé que también es un lector.
Hoy te quiero hablar de “Alphonse”, al principio no se me quedaba el nombre del que había escrito esta obra, ahora libro en mano puedo decirte que se trata de Wajdi Mouawad, hombre diaspórico como muchos de este siglo y el pasado: “Libanes en su infancia, francés en su forma de pensar y quebequense en su teatro”.
Esta es una dramaturgia para niños, adolescentes y adultos, donde encontramos que hemos perdido la capacidad de imaginar, de buscar en lo invisible. La obra inicia el día que Alphonse no regresa a casa. La familia espera, se descubre lo que pensaban de Alphonse todos cuanto lo rodean, desde sus padres, hermanos, profesores, compañeros de escuela, su mejor amigo, el vecino y la niña a la que quiso y ama. Sólo es al final que Alphonse toma posición en cuanto a lo que se decía de él.
Y hay una cosa en la que todos congeniaban, la capacidad de Alphonse de contar historias, inventarlas, imaginarlas. Lo tachan de charlatán, de soñador, de manipulador, como a veces le dicen a tantos. Pero Alphonse tenía un amigo con el que se alimentaba de estas historias, Pierre-Paul-René: un niño salvaje, muy dulce, monocorde y que no se sorprende con nada. La primera vez que Alphonse vio a Pierre-Paul-René fue cuando quería ir por un vaso de agua, el temor a la oscuridad y enfrentarse a ella le regaló nuevas aventuras. Pero Alphonse camina a través de su historia, que es la de muchos niños, muchos niños a los que tú y yo hemos oído y muchas veces no los entendemos, aunque les leamos, su imaginación es perpetua e inalcanzable.
Alguna vez me preguntabas por qué aquel autor (no recuerdo cuál, hemos leído tantos) escribía sus obras sin ponerle nombre a sus personajes y utilizaba sólo un guión, además de ninguna indicación que nos ilustrara los lugares y los movimientos de lo que en la obra estaba pasando, y recuerdo que te di una larga respuesta.
Ahora a lo mejor me vas a preguntar por qué “Alphonse” parece más una novela o un cuento largo que una obra teatral (sólo a la vista del lector, porque de teatro “Alphonse” lo tiene todo). Sólo te puedo responder, sin el afán de adoctrinar o ilustrarte, sólo con la intención de que me creas ( yo mismo lo creo), que el dramaturgo regresó al teatro con mayor fuerza, parece que en un aíre conciliador le permitieron todo y muchos de ellos lo han aprovechado; pero los narradores y los poetas muchas veces no se preocupan por observar, que los modelos de escritura dramática han cambiado, hay nuevas formas, hay riesgos, pero permanece la esencia, la escena y la imagen de la palabra, nos apropiamos de sus formas y las usamos en pro del discurso de la acción.
Quisiera poderte decir más de “Alphonse”, de la dramaturgia y de otras cosas, pero sé que ahora estás dormida y desde hace un rato no me escuchas, así que para eso te escribí esta carta, para que la leas, la carta y también el libro. Ya no diré más, ambos estamos cansados y nos faltan las palabras.
(Mouawad, Wajdi. “Alphonse”. Traducción al español Boris Shoemann y Hugo Arrevillaga. Los Textos de la capilla, Dramaturgia Internacional Nº 6. México en Escena, FONCA, Teatro La Capilla. México, D.F., 2009.)
1 comentario:
Me encanta esta obra, tiene de todo, ademas de que te hace reir y llorar te da entrada para la reflexión y la imaginación. Le i el libro y la vi montada, ¡¡¡Que maravilla!!! Saludos
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