viernes, 20 de febrero de 2009

El Caribe travestido, el turismo caníbal y la confrontación a la barbarie

No te creas, Leocadio, esos turistas a veces
son el mismo diablo -le decía-. sonsacan a uno
facilito con tanto dinero que tienen.

Mayra Santos-Febres. “Sirena Selena Vestida de Pena” (pag.200)


Siempre hay algo que nos mueve, algo que nos hace accionar, lo que genera la acción nos mantiene en constante movimiento, andamos en busca de algo, pero de qué, no podemos quedarnos estáticos, hay que emprender el negocio, buscar el “bisne”, salir de pobre. Algunos nacieron condenados, desheredados, desposeídos, desvestidos… sin techo, sin familia, les toca hacer la calle, así es Latinoamérica, el Caribe. Y lo peor es que ya no es visto como una tragedia, sino como una cotidianeidad y al parecer nadie quiere solucionarla.

Y entonces es el dinero lo que nos mueve, genera el rumbo de nuestro accionar, somos el mundo del negocio, de la necesidad. Esto lo podemos ver reflejado en una novela, cómo los personajes se mueven bajo esas premisas y configuran significados. O al menos es una lectura que podemos darle a “Selena Sirena Vestida de Pena” de Mayra Santos-Febres y por consiguiente al Caribe, en donde en medio de la violencia, el abuso y la discriminación, alrededor de 20 mil mujeres dominicanas ejercen la prostitución en esa región, según señala un estudio del Centro de Orientación e Investigación Integral.

Sirena Selena, un adolescente gay que se ha echado a la calle para ganarse la vida, posee un don especial: una voz dulce, cristalina, fresca “como el mismísimo mal de amores sobre la faz de la tierra”. Y cuando Martha Divine, una vieja travesti descubre ese talento sin igual decide promover al joven… aunque hay un pequeño detalle: En Puerto Rico es ilegal el trabajo de menores, decide buscar otros horizontes donde este aspecto legal es menos rígido y para ello se dirigen a la República Dominicana

En primera, vemos que los personajes de la novela de Santos-Febres tienen como problema común la falta de dinero: véase a Sirena que a falta de casa se prostituye… por dinero, a Solange a quien tienen sus padres que vender a Hugo para salvarse de la ruina, Mister Divine, quien necesita pagar su operación de cambio de sexo, Leocadio que lo necesita para estar otra vez con su madre, Migueles para irse de Puerto Rico, y bueno, Hugo necesita el dinero pero para hacer realidad su utópica premisa: “amar como siempre quiso amar a una mujer”.

En un mundo donde hay más pobres que ricos, y como ya dijo Aphra Behn, “el dinero habla un lenguaje que entienden todas las naciones”, el Caribe siempre ha sido propenso a la explotación, paraíso sexual sobre todo, sin embargo los personajes buscan cómo supervivir, no ser ellos los explotados, sino trascender su marginalidad. Lo vemos en el personaje de Sirena (y su deseo de vivir con lujos), de Solange (y su matrimonio con Hugo e incorporación a la alcurnia), de Mister Martha (sus negocios y su manera de embaucar a los empresarios, de utilizar su colmillo para consumar su tan anhelada operación). Caso diferente es la mujer con la que llevan a Hugo para tener su primera relación sexual. La mujer, a pesar de ser prostituta, hace un trabajo sin dolor ni vejación, no está siendo maltratada, al contrario, ella controla la situación, está sacando provecho, se está riendo de un muchachito. Al final ella no está siendo explotada, al contrario, ha logrado trascender su marginalidad e intercambiar los roles, pero es siempre el sexo lo que tienen como trueque estos personajes.

El sexo, al igual que el dinero, se vuelven los motores de estos personajes. El sexo y el dinero son la combinación perfecta. Es lo que se busca. Uno tiene el dinero y el otro obtiene el sexo. Ahora, ambos se encuentran de diferentes formas, mayormente en la prostitución y ésta tiene su mayor demanda en el turismo, de ahí que en el Caribe mucha gente viva de esa actividad, o la de trabajar en los hoteles. Cuántos locales no tienen la idea de irse a Cancún, Cozumel o Playa para trabajar en los hoteles -lo que se le pueda bajar a los turistas-: Tiene que emplearse en un negocio más lucrativo, como yo que trabajo en los hoteles. Con la propina que me dejan los clientes nada más me puedo dar vida de lujo. Beber, fumar, andar con mujeres… Pero yo no soy pendejo; no voy botar los cheles camellando por ahí. Estoy ahorrando para irme de Santo Domingo. Aquí ya no se puede vivir. (pp196)

El consejo que le da Migueles a Leocadio nos dice el modo en el que se sostienen los caribeños y parte de su economía. Los que no tienen no les queda otra que hacer la calle y venderse, pero esto sucede particularmente en esta zona. En realidad si quieres algo barato con pocos dólares puedes irte a divertir al Caribe. Jaqueline Sánchez Tylor señala en un estudio que hizo sobre turismo sexual en el Caribe que mientras entrevistaba a dos turistas sexuales, dos niños de ocho y diez años, se aproximaron ofreciendo lustrar sus zapatos: Estábamos en un bar y ya había pasado la media noche, y aún así estos niños estaban caminando descalzos en búsqueda de zapatos de turistas que lustrar para obtener algún dinero para sus familias. Uno de estos turistas sexuales dijo: "En el Canadá, esos niños estarían sentados frente al televisor por cable. Sus padres estarían en la beneficencia, y toda la familia estaría viendo la TV.

En la novela vemos al comprador y al que se vende. Ambos necesitan algo, pero lo interesante es cómo el dinero no lo es todo para el rico, no puede tener acceso con su dinero a la otra faceta de la realidad. Basta ver el destino de Hugo y la inmensa soledad a que se ha visto relegado.

Es interesante cómo a partir de la novela de Santos-Febres se empieza hablar sobre la idea de un Caribe travestido, cómo el hombre tiene que vestirse y cambiar de identidad:

“Miren eso. Eso no es una mujer” […] El capitán mismo la bajaría del avión para dejar constar claro que ella no tenía el derecho de disfrutar del confort, del lujo aéreo y la ensoñación que es acercarse a otras costas, Ella no, por impostora” (pp. 18-19).

Sin embargo, el Caribe siempre ha sido refugio de aquellos frustrados, como los Spring Breakers que llegan al Caribe para desahogar sus excesos. Martha convive al final de la novela con ese tipo de turista, los que describe bien.

En sus respectivos países no irían ni borrachos a ver un show de locas, pero perdidos en los arrumacos salitrosos de una isla del Caribe, ron en vena, piel chamuscada por otras temperaturas, cualquier novedad incita al relajamiento de la voluntad.(pp.120)

No quiero hacer una descripción de la novela, más bien recomendarla, para darnos cuenta que dentro de este código ficcional está inmersa una de las grandes atrocidades de la historia de la humanidad, la marginación a la que llevó el modelo neoliberal a ciertas regiones. Pero como ya señalé, los personajes de la novela trascienden ese margen, ahora los mueven otras cosas y sin ser complaciente para con el lector, el final de “Sirena Selena Vestida de Pena”, es el final que debería de tener esta postcolonización irracional que a gran parte de Latinoamérica y al Caribe han condenado.

(Santos-Febres, Mayra. “Sirena Selena Vestida de Pena”. Barcelona, Edit. Mondadori, 2000. 266 págs.)

PUBLICADO EN POR ESTO!, 13 de febrero 2009.

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