domingo, 31 de octubre de 2010

El juez pequeño: Sobre la dramaturgia necesaria

Escribir, dirigir o acercar al joven público al teatro es una tarea difícil, ya que hay que hacerlo con obras que los seduzcan, los inciten a imaginar, pero sobre todo obras en que no los traten como tontos sino como personas que imaginan y debaten ideas.
Hoy quisiera hablar de la obra “El juez pequeño” de Alberto Lomnitz, la cual viene incluida en la antología “Teatro en el aula”, editada por la SEP en la colección “Astrolabio” de los Libros del Rincón. En ese mismo libro también se incluyen obras de Bertha Hiriart, Perla Szuchmacher, Rodolfo Castro, Mariana Lecuona, Mauricio Galaz, Alfonso Borbolla y Emilio Savinni.
“El juez pequeño” es una obra que está pensada para grupos escolares, al menos son 40 personajes que aparecen en escena, mismos que pueden disminuir o aumentar según las condiciones del grupo con el que se trabaja, ya que como hemos señalado es un juguete escénico ideal para trabajar en el aula y de ahí mostrarlo al público.
La acción se sitúa en el tribunal mayor para casos menores, donde encontramos a un anunciador, un fiscal, un defensor:
“Anunciador: Y ahora les pido a todos se pongan de pie para la entrada de su pequeñez, ¡el juez!”.
En el juicio nos encontramos con el caso de dos hermanos peleoneros, un pleito de apariencia simple, pero conforme se va narrando, vemos que ese pleito entre hermanos ha causado incluso la fractura familiar, por lo mismo no puede ser juzgado en ese tribunal como ya dijimos, sólo se encarga de casos menores, lo mismo pasa cuando se presenta el caso de un niño torturador de animales.
Aparentemente no hay ningún caso sencillo que juzgar, pero es entonces que se ventila el caso de Oscar e Iris. Oscar es acusado de haberle quitado su paleta a Iris ,además de arrojarla al suelo. El fiscal de inmediato quiere sentenciar a Oscar, pero el abogado defensor ejemplifica a través de un cuento que si se conoce sólo una parte de la cosa es imposible acceder a la verdad.
De ahí que se decida para llegar hasta las últimas consecuencias en el caso de la paleta, es entonces que tenemos un desfile de testigos sobre el caso, desde la propia paleta, hasta el fabricante, el vendedor, la hermana de Iris (dueña de la paleta y a quien Iris se la arrebató en primera instancia), una hormiga que presenció el aparente ilícito, hasta un reloj, un antepasado revolucionario de Oscar e incluso una astróloga que lleva como testigo a los planetas para demostrar que la posición de los astros fue el culpable de los impulsos de Oscar.
Entre tanto testigos se llega a la conclusión de que sólo los involucrados en el problema pueden resolverlo, y que la realidad en sí misma es demasiado subjetiva y depende mucho del punto de vista desde donde se mira.
“DEFENSOR: Sí, su pequeñez. Hemos aprendido que nada es sencillo. Que toda historia se puede ver desde muchos puntos de vista y que todo puede ser significativo a la hora de juzgar.
FISCAL: Pues…yo estoy de acuerdo con eso. Pero también hemos aprendido que saber todo es imposible, porque el todo no tiene fin. No acabaríamos nunca.
DEFENSOR: Pues…yo también estoy de acuerdo con eso”.
Alberto Lomnitz es director de teatro y dramaturgo, se dedica al teatro para jóvenes y es reconocido a nivel nacional por ese mismo trabajo. Fundó “Seña y verbo” que es una asociación que se dedica al teatro para sordos y le encanta hablar con sus colegas en lenguaje de señas.
Este libro es una recomendación para los ya no tan pequeños lectores, una dramaturgia necesaria, entretenida, pero sobre todo para disfrutar en un salón de clases.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola quisiera saber donde puedo conseguir el guión del juez pequeño de Alberto Lomnitz